miércoles, 22 de febrero de 2017

Entrevista a Pedro Arturo Aguirre por Blanca Lolbee

Mi entrevista en TV Azteca con Blanca Lolbee


http://aztecatrece.com/desafio/videos/capitulos/la-democracia-esta-en-crisis/359251

miércoles, 25 de enero de 2017

Presentación del libro "De Winston Churchill a Donald Trump, auge y decadencia de las elecciones"

Se presentó mi libro "De Winston Churchill a Donald Trump, auge y decadencia de las elecciones", en el auditorio Gustavo Baz del Palacio de la Escuela Nacional de Medicina en pleno corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México. Tuve el inmenso honor de contar como invitados a Jorge G. Castañeda,  Luis Carlos Ugalde, Jorge Javier Romero y Jesús Ramírez Bermúdez. Fue una magnífica velada. ¡Gracias a todos! En especial, gracias a revista digital Neurociencias 30 Días www.neurociencias30dias.org y a grupo interdisciplinario de neurociencias y arte.

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sábado, 19 de noviembre de 2016

La Trampa de los Referéndums: El Turno de Italia

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Se empeñan los referéndums en demostrar en todo el mundo lo peligrosos que son. Primero fue el Brexit, después la paz en Colombia, ahora toca el turno de Italia. Una vez más, el futuro de la Unión Europea está en vilo por culpa de un referéndum. El socialdemócrata Mateo Renzi, el primer ministro italiano que gobierna su país desde 2014, hasta hace poco era de los pocos líderes mundiales de este alocado siglo XXI que sin apelar a los recursos de la demagogia y el populismo despertaba esperanzas de trasformación y superación de la crisis. Es el hombre más joven en convertirse en jefe de gobierno (39 años) de su país. Tiene un cúmulo de ideas para cambiar el intrincado y, muchas veces, absurdo sistema político italiano, y para superar la aguda atonía económica que afecta Italia desde ya hace décadas. Al principio de su administración le fue bien. Convenció a los sindicatos y al sector más a la izquierda de su propio partido de aceptar severas medidas de ajuste económico, al mismo tiempo que ponía en marcha una nueva norma educativa y la primera ley que regula las uniones civiles entre parejas del mismo sexo. Con ello, y con una política exterior más asertiva, Italia empezó a recuperar su extraviada presencia en el ámbito europeo.

El verdadero corazón de sus aspiraciones transformadoras reside en una propuesta de reforma constitucional profunda con la que quiere acabar con la aguda inestabilidad política que caracteriza a la República Italiana desde su fundación. Esta iniciativa pondría punto final al “bicameralismo perfecto” que equipara, como sucede en México, las facultades Cámara de la Cámara de Diputados y del Senado, con el agravante de que en el sistema parlamentario italiano los gobiernos para poder formarse requieren de un voto de confianza en ambas cámaras legislativas. Italia mantendría un sistema parlamentario basado en dos Cámaras, pero con poderes diversos. La de los Diputados sería la única que daría confianza al Gobierno y votaría las principales leyes, y el Senado reduciría sus dimensiones: de 315 miembros se pasaría al centenar y se ocuparía exclusivamente a materias relacionadas con la legislación regional. Asimismo, el Estado Italiano volvería a hacerse cargo de algunas competencias que habían sido transferidas a las regiones, como es el caso de energía, infraestructuras estratégicas, turismo y sistema nacional de protección civil. Esta ambiciosa propuesta será sometida a referéndum el próximo 5 de diciembre.
Pero desde principios de 2016 la crisis económica volvió a asomar su espeluznante cabeza. En el segundo trimestre de este año el país registró un crecimiento cero. Italia va a la cola de Europa en este rubro, y eso que aún es la tercera economía de la Eurozona. El panorama lo empeora una deuda pública fuera de control y unos bancos al borde del cataclismo. Este panorama estropeó muy pronto la incipiente popularidad de Renzi. Los comicios locales de junio de 2016 propinaron el primer gran revés al premier, al sufrir su partido graves derrotas en Roma e, inesperadamente, en Turín ante el Movimiento 5 Estrellas, formación “antipolítica” del cómico Beppe Grillo que parecía apenas hace unos meses haberse evaporado y ahora ha resurgido con fuerza. Y este es el centro del problema: los italianos irán a un referéndum diseñado para atender problemas de largo plazo que afectarán a las generaciones futuras con la mente ocupada en la popularidad personal del primer ministro actual.
Todos los observadores concuerdan en que un triunfo del “no” sería catastrófico para Italia.  Si Matteo Renzi pierde el referéndum le pasaría lo que al imprudente David Cameron, ya que el primer ministro cometió el error de personalizar el referéndum. Prácticamente lo planteó como un plebiscito sobre su persona y reiteró que, si lo perdía, se marchaba a casa. El riesgo es que muchos electores sufren los efectos de la crisis económica y muy probablemente se inclinarán por un voto negativo contra un Gobierno cada vez más impopular. Acto seguido se celebraría unas elecciones generales, con el riesgo de que 5 Estrellas pueda hacerse del poder, escenario que hace temblar a Europa porque, entre otras razones, Grillo y sus seguidores plantean realizar un referéndum sobre la salida de Italia del euro.


Otra vez la gran quimera del referéndum que se presenta como un mecanismo democrático “en su forma más pura”, pero que en realidad distorsiona la democracia en vez de reforzarla por depender de factores demasiado volátiles y coyunturales, y por ser ejercicios donde los votantes deben tomar sus decisiones complejas con poca información. Lejos de ser “democráticos” o “ciudadanos”, los referéndums son susceptibles a ser manipulados por políticos expertos en operar mensajes directos y simplistas. En Gran Bretaña el debate económico y social sobre las consecuencias objetivas del Brexit se vio sustituido por un exaltado duelo de valores y prejuicios. En Colombia el pasado se impuso al futuro y el voto por la paz fue eclipsado por el temor de dejar impunes a las FARC. Por eso es un sofisma eso de que cualquier decisión mayoritaria tomada al calor de una determinada coyuntura necesariamente es “democrática”. Más bien es una perversión de la democracia y, lamentablemente, en una época en la que la credibilidad de los partidos y otros mecanismos de representación va a la deriva esta lección es muy difícil de entender.

domingo, 2 de octubre de 2016

El Debate de la Sinrazón




De cara a la tan inusual elección presidencial estadounidense de 2016 es pertinente recordarlo: las decisiones humanas son, en gran medida, irracionales y la política no es la excepción. Rara vez votamos a un candidato como resultado de un proceso razonado, minucioso, en el que sopesamos factores de fondo como ideas, propuestas, experiencia y carácter. Las más de las veces nos dejamos llevar por las filias y las fobias, las pasiones y los prejuicios. Siempre ha sido, pero esta campaña podría pasar a la historia electoral del mundo como la apoteosis de la sinrazón.

En el pasado debate presidencial vimos la versión más fiel de Donald Trump: incoherente, impreparado, inmaduro y mentiroso. Ni siquiera le ayudo su supuesto gran manejo mediático. De plano falló en la prueba de comportarse con un mínimo de talante “presidenciable”, que en realidad era lo único que sus estrategas pedían de él.  Hillary demostró experiencia, sensatez y profesionalismo, pero robótica como siempre ha sido careció de pasión. Le falto dar un golpe irónico a las peroratas de su absurdo rival. “Presumir reiteradamente de tener carácter, como tú lo haces Donald, es precisamente el principal síntoma de la gente que no tiene carácter”, pudo haberle dicho al republicano, por ejemplo, ya por no hablar de lo que se pudo hacer para devastar esa tontería de la “estamina”. Ganadora Hillary, pero sin noquear, lo que no basta para garantizar el triunfo de la demócrata en noviembre.

Actualmente no basta con mostrar mayor competencia y sensatez. Quizá contemplamos en el mundo la llegada de una nueva era de la sinrazón. Por doquier aparece con ahínco la irracionalidad de demagogos y populistas. Tomar una decisión es un proceso complicado, y que si bien para ello la razón es lo más efectivo, el corazón tiene razones que la razón no conoce, como dijo Pascal. Dice la neurociencia que lo irracional es algo tan necesario al ser humano para centrarse y orientarse en el mundo como pueda serlo la misma conciencia racional Las emociones más elementales detentan una potestad sobre la razón muchas más veces de lo que nos imaginamos. Y en política, como lo escribió Manuel García Pelayo, se necesita en este tiempo crítico “recoger y analizar las manifestaciones irracionales como una parte válida del quehacer político y no descartarlas como una simple desviación del paradigma racional-legal”. Por eso hay que analizar y tratar de entender las razones de los que votan a Trumpo, el Brexit o el Peje en lugar de descartarlos alegremente desde la torre de la soberbia intelectual.

Tanta irracionalidad provoca perplejidad. ¿A qué se debe el triunfo del odio en política? La política de lo irracional ha encontrado en Donald Trump a su avatar más emblemático: un gran payaso que en medio de estridencias y con un discurso llano y elemental promete acabar con todos los problemas. Nunca entra en los molestos detalles de explicar los “cómo”, porque hablar de cifras, análisis y hechos es parte del juego de los tramposos políticos. A más razonamiento, más desconfianza. Así soplan los tiempos.

Comenta la mayor parte de los expertos en esto de las campañas electorales que los debates muy rara vez son decisivos en el resultado de una elección. Habrá que ver si en esta ocasión tan particular se produce una excepción a esta regla, pero en este ambiente político tan corrosivo que padece Estados Unidos la iracundia tiene más atractivo que la experiencia. Quizá a Trump no le baste con una mayoría de electores blancos poco educados, pero Hillary necesita ganar terreno no solo entre las minorías, las mujeres y los blancos educados, sino entre los jóvenes que votan por primera o segunda vez, los llamados “millenials”, que se ven tentados a no votar o hacerlo por terceras opciones. La candidata demócrata tiene poco tiempo para hacerlo. De fracasar, prepárese el planeta a ingresar de lleno en una oscura etapa de sinrazón e incertidumbre



*Publicado en la Tribuna de Milenio  28 de septiembre 2016

lunes, 12 de septiembre de 2016

Entrevista en Hora XXI De Winston Churchill a Donald Trump

Este es el link para ver la entrevista que me hizo Julio Patán sobre mi último libro

http://noticieros.televisa.com/foro-tv-hora-21/2016-09-09/de-winston-churchill-a-donald-trump/

“Mandar un Mensaje Positivo para los Mercados…”


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Alguna vez Bruno Kreisky* escribió “lo que caracteriza a la tecnocracia es su tendencia a suplantar el poder político en vez de limitarse a asesorarle… Al eliminar la división entre la política como reino de los fines y la técnica como el terreno de los medios un gobierno cae en el error de abandonarse a un mecanismo de toma de decisiones fundado exclusivamente en términos meramente cuantitativos. El mundo de lo irracional y de todo aquello que no sea técnicamente cuantificable queda desterrado del juicio del gobernante tecnocrático que no ha sabido complementar su formación con criterios humanistas... por eso opino que no hay peor ignorancia que la del tecnócrata mediocre, ya que es la ignorancia del que no entiende que no entiende.”**. Y, por cierto, esto del “no entiende que no entiende” lo retomó hace poco la revista The Economist en un artículo titulado “El Pantano Mexicano” precisamente para describir la forma como toma decisiones el dueto Peña Nieto-Videgaray.

Es justo en este tipo de “ignorancia tecnocrática” que podemos ubicar el origen del colosal error histórico que cometió el gobierno mexicano al invitar a los Pinos a Donald Trump. Ya no es un secreto que la idea vino del gabinete económico, preocupado por “la volatilidad que implicaría un eventual triunfo del republicano para los mercados”. Tranquilizar a los mercados y mostrar una relación llevadera con el señor Trump, esa era la insigne intención del gobierno mexicano. El fracaso fue estrepitoso y evidenció que no basta con la súper especialización tecnocrática para merecer el nombre de “estadista”. Alrededor del mundo no han sido pocos los altos funcionarios que han mostrado expedientes académicos brillantes, sobre todo en el manejo de las finanzas públicas, pero carentes casi por completo de cultura humanista, conocimiento de la historia, sensibilidad social y pericia política. Claro, no quiero decir con esto que quienes gobiernen deban despreciar alegremente a la opinión de los expertos, pero confiar demasiado en la técnica sin sopesar otros factores más allá de los técnicos lleva al desastre.

Un análisis, aunque fuese superficial, de esta insólita campaña electoral norteamericana lleva al observador más desentendido a sacar la conclusión de que el candidato republicano día a día demuestra su falta de consistencia intelectual e incluso emocional. A leguas puede verse en Trump a un demagogo incoherente cuyas principales armas son la mentira y el vituperio. De manera notable se caracteriza también por su carácter irascible, su intolerancia y su volubilidad, pero también es un histrión muy hábil en el manejo de medios. ¿No era entonces previsible que pasaría lo que pasó? Gran payaso mediático, se comió el escenario para hacer del encuentro un acto de campaña. ¿De verdad pensaron Videgaray y compañía que un ególatra monumental como lo es este iba a pedir disculpas aquí y decir a su regreso a Estados Unidos que los mexicanos somos buenos y maravillosos?  

La mayoría de nuestros tecnócratas estudian en Estados Unidos, pero no por eso tienen la curiosidad o interés intelectual de tratar de entender cómo es que funciona política en ese país. Ya lo habían demostrado cuando se negoció el TLC y los funcionarios del gobierno de Salinas apostaban por una reelección de Bush padre sin entender que el tratado tenía que ser aprobado por un Congreso con mayoría demócrata. Hoy lanzaron esta “audaz iniciativa” y el resultado es que en lugar de mandar un mensaje positivo para los mercados humillaron al país, ofendieron a sus gobernados, aniquilaron lo poco que les quedaba de popularidad, agraviaron a la candidata demócrata y, para colmo, acabaron enfrentados con el locazo de Trump al ensartarse en una guerra de twitts.
Ah, y lo peor: todavía no entienden que no entienden

miércoles, 22 de junio de 2016

La Ruleta Rusa de David Cameron




“Bueno, primero iba a votar por salir, como castigo a David Cameron, pero después vino Boris Johnson* a hacer campaña por el Brexit y, bueno, entiéndeme, no soporto su corte de pelo. Es por eso que voy a votar por que el Reino Unido se quede en la UE”.
La anécdota la cuenta Richard Dawkins en el último número de la revista Prospect e ilustra perfectamente bien la frivolidad con la que mucha gente toma el tema de la permanencia o abandono del Reino Unido en la Unión Europea, el cual tiene repercusiones para la humanidad entera. La salida del Reino Unido sería desastrosa para la economía mundial y no solo para los británicos. Según informa el desesperado gobierno de Cameron, entre otras calamidades el Brexit costaría unos 130,000 millones en los próximos cuatro años, se registrarían recortes del gasto público social hasta por 3,000 millones de euros y el otrora gran imperio se vería aislado en la escena internacional. Ahora bien, si tal hecatombe supone para el Reino Unido abandonar la UE, ¿Para qué diablos el referéndum? Se trata de una de las decisiones electoreras más irresponsables de la historia. David Cameron decidió incluirlo en la plataforma electoral del Partido Conservador en la última campaña electoral supuestamente para frenar el auge del partido antieuropeo UKIP, una camarilla de malandrines xenófobos que aparecía demasiado alto en las encuestas, y Cameron no quiso arriesgar. A final de cuentas el actual primer ministro ganó en las urnas, pero la ligera promesita del referéndum hace hoy de ese triunfo una victoria pírrica.
Los referéndums son muy peligrosos. Las campañas rumbo a ellos se prestan mucho más para la demagogia y la manipulación que en el caso de las elecciones normales (y ya es mucho decir). También que dan lugar a una "tiranía de la mayoría", la cual margina de toda posibilidad de representación política a los grupos minoritarios (el famoso “juego de suma cero”).  Los referéndums fuerzan una elección binaria y excluyente entre dos opciones, lo que simplifica el debate de forma considerable. Por eso De Gaulle tenía razón cuando dio que en un referéndum los electores rara vez contestan lo que se les preguntan. En el caso del Brexit, es obvio que mucha gente votará por salir de la UE como protesta contra Cameron, rechazo a la globalización y sus injusticias o bufa nostalgia de la Inglaterra imperial. ¡Queremos que nos devuelvan nuestro país! Claman los demagogos del Brexit, quienes han esgrimido como principal arma el odio a los inmigrantes.  Porque en referéndum hay un ingente componente de frustración y furia, tal como sucede en Estados Unidos con Trump, en Francia con Le Pen, en España con Podemos y un muy largo etcétera. Millones de electores desesperados que siguen cualquier cosa que les ofrezca esperanza, la promesa de que las cosas “van a volver ser como antes”. La eterna convocatoria a los instintos, la futilidad del voluntarismo mágico que pretende lograr lo imposible: un país de nuevo poderoso, sin crisis, con beneficios sociales amplios para todos los nacionales, plenamente soberano y limpio de inmigrantes. Eso sí, la campaña del Brexit omite datos como que, por ejemplo, la fuerza laboral de los trabajadores inmigrantes contribuyó con más de 25,000 millones de euros (más del 6% del total) a la economía del Reino Unido en la última década, según un estudio del University College London.
Y no solo es la ultraderecha. El líder laborista Jeremy Corbyn, oficialmente favorable de la permanencia del Reino Unido en la UE, ha realizado una campaña timorata y ambivalente. Se trata de un izquierdista de la vieja escuela (las viejas ideas de la “nueva” izquierda) que en su oportunidad votó en contra de la integración de su país a la entonces Comunidad Económica Europea. De corazón, Corbyn sigue pensando que la Unión Europea es una “gran conjura del capitalismo”. Además de que apuesta a una dimisión inminente de Cameron si triunfa el Brexit, lo que obligaría a elecciones generales anticipadas. Otro gran irresponsable este Corbyn, como Cameron. ¡Vaya con la frivolidad y pequeñez de miras de los actuales líderes en la nación de Disraelí, Palmerston, Churchill y Gladstone!
La campaña se ha visto sacudida de último momento por el cobarde asesinato de la diputada europeísta Jo Cox a manos de un extremista de ultraderecha que al comparecer ante el juez exclamó: “Muerte a los traidores, Gran Bretaña primero”. Quizá este aberrante acto cambie la tendencia en favor de la permanencia, aunque previamente parecía el Brexit contar con una apreciable ventaja. Como sea, habrá ganado, como en tantas otras partes, el discurso pueril del odio, del nacionalismo ramplón y del echarle la culpa a los demás. La racionalidad en política va a la deriva en pleno siglo XXI.


*Boris Johnson, el oportunista ex alcalde de Londres, uno de los jefes de la campaña del Brexit.

sábado, 18 de junio de 2016

El Error de Keiko



En la pasada elección presidencial peruana se impuso por un suspiro Pedro Pablo Kuckzynski, un tecnócrata muy poco carismático que logró el triunfo principalmente a que supo aglutinar el voto antifujimorista. Como pasa cada vez con más frecuencia en todo el mundo, las elecciones son un ejercicio de votar por quien uno siente que es el menos malo. En caso peruano es el de un sistema de partidos políticos sumamente débil, a pesar de lo cual ha conocido una inusitada estabilidad política y un destacado crecimiento económico en la última década.  Los partidos peruanos no tienen vida más allá de las elecciones y su apoyo electoral no es regular. Esta debilidad se traduce en su completo fracaso en ser adecuados canales de expresión de la sociedad. Con partidos políticos débiles, el lugar de organizaciones políticas que sirvan de intermediación ha sido ocupado por la importancia de personalidades individuales. Desde luego, este fenómeno para nada es privativo del Perú. Una buena cantidad de países latinoamericanos carecen de partidos que, por lo menos, sirvan como un mínimo de referencia ideológica o programática. Incluso en las naciones donde existen partidos presuntamente más arraigados y con mayor peso estructural (como México) la situación partidista es cada vez más precaria. Sin embargo, en Perú la insignificancia de los partidos es aún más extrema

En los últimos diez años Perú creció a un promedio anual del 5%, incluso por encima de Brasil y de Chile. No obstante, un 35% de la población aún vive en la pobreza. La inclusión social es un permanente gran desafío. También es un país que padece de corrupción política generalizada. Los tres últimos presidentes (los que han ejercido después de la caída de Fujimori) Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala, terminaron siendo repudiados por los ciudadanos ya que pese a haber logrado un relativo despegue económico sus administraciones fueron percibidas como corruptas. Por eso es que el fujimorismo ha resurgido con fuerza pese a las históricas tropelías perpetradas por Alberto Fujimori en los noventas. El desgaste de los sucesores jugó a favor del fujimorismo con Keiko aportándole un perfil más democrático y un sesgo populista de rechazo a las “reformas neoliberales” que mucho gustó en los sectores populares.

Pero a pesar de esto, sectores amplios de la sociedad peruana siguen desconfiando del fujimorismo y de su tendencia a aliarse con el crimen organizado. A Keiko se le cayó de las manos un triunfo que, de acuerdo a las encuestas, parecía seguro sobre todo a causa de la investigación periodística que reveló que Joaquín Ramírez, secretario general del partido fujimorista, estaba involucrado en una investigación de la DEA. Acto seguido apareció en televisión de un audio que, como no tardó en descubrirse, estaba manipulado para desacreditar al informante de la DEA. En esta torpeza estuvo involucrado el candidato a la vicepresidencia de Keiko, José Chlimper. Este audio y el intento de tergiversación trajo a la memoria de los peruanos las malas prácticas de Vladimiro Montesinos, la “eminencia gris” de Alberto Fujimori. Keiko pierde la elección por no establecer de forma convincente distancia con la ingente amenaza que representa parea Perú el narcotráfico. No supo desterrar de su entorno a todo aquel sospechoso por lavado de dinero y otras prácticas ilegales. Si aprende la lección, tiene futuro. Además, debe reconocérsele su impecable conducta democrática al reconocer una derrota que en otras latitudes (¡ejem!) habría generado protestas y acusaciones de fraude.


Pedro Pablo Kuckzynski será presidente a los 77 años sin contar, su partido, con mayoría en el Congreso, situación nada extraña en la mayoría de las democracias actuales. Veremos si es capaz de establecer canales de diálogo para relanzar un acuerdo nacional. Deberá, por necesidad, ser receptivo con la izquierda, que le dio un apoyo fundamental hacia la segunda ronda, e incluyente con el fujimorismo, mayoritario en el Congreso. Lo desgastante de estas elecciones hace necesario un estadista que imprima esperanza, espíritu de unidad y talante incluyente. No será fácil.