jueves, 17 de julio de 2008

martes, 15 de julio de 2008

Suma Gente, para una sociedad abierta


La ciudadanía se organiza ante la ineptitud de la clase política y la hediondez de los partidos. En Nuevo León se esta creando Suma Gente para una sociedad abierta, que busca efectuar un monitoreo ciudadano de las elecciones que se celebrarán en este estado el año entrante para renovar autoridades locales (empalmadas con la elección federal). Ésta experiencia se podría reproducir en otros estados cpn elecciones locales próximas y de la eventual creación de un Instituto para la Construcción de la Ciudadanía. Muy pronto estará lista la página web de la organización. Seguiremos informando.

La "Puntada" del New Yorker


El estupendo y liberal semanario The New Yorker provocó ayer una gran polémica al publicar en portada una caricatura de Barack Obama vestido como musulmán y a su esposa Michelle con un arma. En el dibujo, Obama aparece vestido con túnica y turbante blanco, y Michelle, con peinado afro y una ametralladora en su espalda. En la caricatura, se los ve festejar la victoria en el Salón Oval al chocar sus puños en gesto de complicidad y revancha. Además, en la pared hay un retrato del líder de la red terrorista Al-Qaeda, Osama ben Laden, y en la chimenea arde una bandera de los Estados Unidos.

The New Yorker puede pensar, como le explicó a The Guardian un miembro del personal de la trevista, que la portada es una sátira de cómo los críticos de la ultraderecha han tratado de caracterizar al senador Obama. Pero la mayoría de los lectores la consideran insultante y de mal gusto. Y estamos de acuerdo con eso, expresó Bill Burton, vocero de la campaña del candidato demócrata. El editor del semanario, David Remnick, difundió un comunicado para explicar el sentido editorial de la ilustración, que como todas las portadas de la revista fundada en 1925 es un dibujo sin texto. Nuestra portada sobre «La política del miedo» [como se titula la nota en el interior de la revista] quiso satirizar el uso de tácticas de miedo y de desinformación que se utilizaron en la campaña para provocar el descarrilamiento de la candidatura de Obama?, explicó Remnick, que se mostró sorprendido por las reacciones.

La portada combina una serie de imágenes fantasiosas acerca de los Obama y las muestra como obvias distorsiones. Tanto la bandera quemada, como el traje de nacionalista islámico, el choque de puños y el retrato de Ben Laden se refieren a uno u otro de esos ataques. La sátira es parte de nuestra actividad y está destinada a poner las cosas al descubierto, a presentar un espejo frente al prejuicio, al odio y al absurdo. Ese es el espíritu de la portada, agregó el editor. En tanto, el autor de la ilustración, Barry Blitt, defendió su obra e insistió en que la intención era denunciar lo ridículos que son los ataques contra el candidato demócrata.

La edición de ayer del The New Yorker incluye otros dos artículos sobre Obama. Uno, sobre cómo se convirtió en político, relata los comienzos de su carrera en Chicago. El otro cuenta los cambios de postura que tuvo sobre diferentes temas. Ambos son muy serios, comentó Remnick.
En una entrevista con el diario The Washington Post, Remnick dijo: Los lectores de la revista sabrán interpretar que el dibujo fue hecho como una sátira?. ?Creo que la idea de publicar una portada como ésta, que diga esas cosas literalmente, no estaría en el vocabulario de lo que hacemos y de lo que somos, recalcó Remnick.

Sin embargo, no todos coincidieron en que la ironía del mensaje invocada por la revista favorita de la intelectualidad de izquierda neoyorquina haya sido recibida de igual manera por los norteamericanos. Jake Tapper, editorialista del canal ABC dijo que la caricatura es incendiaria. Me pregunto qué hubiera pasado si la hubiese publicado el Weekly Standard o el National Review [dos revistas conservadoras], preguntó Tapper. Desde que Obama empezó a perfilarse como candidato a la Casa Blanca, muchos comentaristas radiales de tendencia conservadora empezaron a mencionar con insistencia su segundo nombre, Hussein, por su connotación islámica.

Incluso, circularon un sinfín de rumores de que era musulmán, que asistió en su infancia a una madraza (escuela islámica) y que juró sobre el Corán cuando asumió su banca en el Senado. Todas las acusaciones fueron desmentidas reiteradamente por el equipo de campaña de Obama.
El candidato republicano, John McCain, se solidarizó ayer con su rival en las próximas elecciones. "la portada es totalmente inapropiada y, francamente, entiendo si el senador Obama y sus seguidores la encuentran ofensiva", dijo. ?Estamos completamente de acuerdo con el equipo de campaña de Obama de que [la portada] es de mal gusto y ofensiva", señaló Tucker Bounds, vocero del equipo de McCain.

En febrero, en plena campaña para las primarias demócratas, una foto de Obama vestido con atuendo típico somalí y turbante, difundida por la página de noticias en Internet Drudge Report, había despertado una polémica similar.
La foto había sido tomada en 2006, durante un viaje del senador por Illinois a Kenya, país natal de su padre. El mes pasado, en un intento de combatir las calumnias y los rumores que circulan en Internet sobre Obama, su equipo de campaña lanzó el sitio web Fight the Smears. Como primera medida, en la página se desmintió que el senador negro fuera musulmán.

sábado, 12 de julio de 2008

Mas del Bushism


A sólo seis meses de entregar el sillón presidencial a Barack Obama o John McCain, George W. Bush no pierde las viejas costumbres de despertar el asombro, la risa o hasta el llanto. La prensa alemana (FAZ) hace un recuento de los gaffes más recientes de tan estólido personaje. Los "bushismos" han sido la base de más de una decena de libros que pueblan las más populares librerías estadounidenses. Y sin duda no quiere dar los hurras de despedida sin realizar constantes demostraciones públicas reafirmando que esos famosos "bushismos", serán una de las grandes herencias que dejará detrás cuando viaje, como un ciudadano más, acompañado de su esposa Laura y su perro Barney, hacia el rancho de Crawford, en pleno corazón de Texas.

Veamos, el FAZ cuenta que en cuestión de pocas horas, Bush y su equipo más cercano de colaboradores nuevamente dejaron estampados algunos de sus clásicos "bushismos". Y nada menos que en presencia de los mandatarios del G8. La delegación estadounidense apenas arribó a Japón para la Cumbre distribuyó, entre los centenares de periodistas, el programa oficial de actividades y entrevistas del presidente Bush y también los datos de las personalidades con las cuales mantendría reuniones concertadas de antemano. Y en ese "carretón de papeles" se deslizó el más grande " bushismo" de los últimos meses -aunque, en este caso, él no haya sido el principal responsable-cuando aludió, en una hoja con el membrete del gobierno americano, al primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi.

El encargado de la documentación en la misión de Bush entregó un "informe", extraído según lo señala, de la Enciclopedia de biografías mundiales. Y realmente lo que la comitiva Bush pensó era una evidente demostración de eficacia, celeridad y contundencia de la prensa gubernamental estadounidense, resultó una enorme "gaffe", casi diríamos imperdonable. La biografía distribuida por la comitiva estadounidense sostenía que Berlusconi "es uno de los líderes más controvertidos en la historia de un país conocido por su corrupción gubernamental y su vicio. Es principalmente un empresario con grandes propiedades e influencias en los medios de prensa internacionales, considerado por muchos como un diletante político que arribó al cargo solo por su poder en los medios nacionales. Odiado por muchos, pero respetado en general por su estilo personal y fuerza de carácter".

Pocos minutos demoraron en llegar las disculpas. "Lo escrito no representa la opinión del presidente Bush y del gobierno estadounidense o del pueblo de EE.UU."
Sin duda un episodio difícil de arreglar o de suavizar a breve plazo. La programada reunión bilateral ente Bush y Berlusconi en Japón, sin explicaciones, no se llevó a cabo, quedará para una oportunidad más propicia o cuando la Casa Blanca la ocupe un nuevo presidente.
Caso farc. Y los "tropiezos" de relaciones públicas de la Administración Bush no terminaron en el comentado epi- sodio. El embajador de Colombia en Washington, William Brownfield, pidió audiencia en la Casa Blanca para informar sobre el plan del gobierno de Uribe y los militares colombianos de rescate de 15 rehenes en manos de la FARC.

Lo recibieron el vicepresidente Dick Cheney, el hombre que más poder ha dado al cargo en la historia estadounidense, y la secretaria de Estado, Condoleezza Rice. Ante la exposición clara del diplomático, ambos gobernantes se mostraron escépticos de los resultados y no exhibieron "muy buena cara" cuando se enteraron que entre los posibles rescatados estaban los tres soldados americanos, prisioneros desde hacía tres años en la selva.

Realmente se mostraron muy pesimistas con respecto al operativo, insinuando que "había serios riesgos de fracasar" y que no acompañaban el proyecto. Tal fue la resistencia que al despedirse en tono de absoluta incredulidad, Rice y Cheney, se despidieron con un "¡Qué tengan buena suerte!" Sin duda le erraron de "cabo a rabo" y sumaron otro tropiezo a los pasos poco populares de la Casa Blanca al fin del período de gobierno de George W. Bush.

Por cierto que los "gaffes" no nacen solo en las tiendas del Partido Republicano de Bush. Esta semana el reverendo Jesse Jackson, dos veces aspirante a la candidatura presidencial y defensor de los derechos humanos, durante un acto de apoyo a Barack Obama, con furia comento a su compañero de mesa: "¡Obama habla de forma condescendiente a la población afroamericana, si sigue así le voy a cortar los testículos!". Lo que no percibió Jackson es que los micrófonos estaban abiertos y sus palabras salieron al aire, despertando enojo y conmoción. Las disculpas no tardaron: "No quiero dañar esta campaña, mis palabras fueron hirientes e incorrectas". Difícil que ha-ya muchas apariciones conjuntas de ambos

jueves, 10 de julio de 2008

Yoko Ono ¡¡¡¿¿¿CURSI!!!???

Yoko Ono es escencialmente una cursi Sí, sé que muchos de ustedes brincarán de indignación con esta afirmación. ¡Pero si ésta "artista conceptual", transgresora como no ha habido otra, New Yorker Character es todo, todo, menos cursi! Y de ella, efectivamente, se ha dicho todo: bruja, perra, puta, fea, fodonga, manipuladora, abusiva, dominante, mala mujer, separadora de los Beatles, etc., pero jamás cursi. Pues bien, yo sostengo que es una cursi, porque su "legado" al mundo no será, de ninguna manera, ni su olvidable poesía ni su poco original "arte conceptual" (con todo y su cursilérrimo "Arbol de los Deseos"), sino ese Lennon cursi y castrado que ella construyó para beneficio personal. Un idolillo de plástico, un cantantillo comercial que dedicó los últimos años de su vida a escribir cancionzuelas que hablaban del amor, la familia y la paz, pero la paz como una mercancía en venta.

Yoko tiene un indiscutible talento comercial, heredado de su familia de banqueros. Ella amasó una fortuna explotando a su bobales e hipercursi marido. Desde luego, no le reprocho que le guste el dinero, pero si que para vender su producto lo haya convertido en un fetiche tan sentimentaloide y, a fin de cuentas, tan convencional. Un día escuchen las canciones el album Doble Fantasy con cuidado. Es la coronación de un proyecto que consistió en aburguesar al pretendido ídolo rebelde de los sesentas.Y lo mismo fue desde las campañas por la paz. El encerrón en Amsterdam empezó siendo un monumento al sentimentalismo más ramplón y terminó en algo peor: en una exhibición de intolenrancia "progre", maniqueísmo y, sí, violencia de los dos dizque "no violentos".

La ridícula boda con Lennon (pretendida sátira de la boda de McCarney) fue pionera de la comecialización de las bodas de famosos (¡¡décadas antes de la aparición de Thalia!!) Ahhh, ¡y sus sombreros! todo ello está contaminado por un irremediable tufo de cursilería, de la que ella es la única culpable, ya que su "hijo" John siempre hizo lo que ella quiso.

Yoko Ono prohijó al último John Lennon, aburguesado, confomista, cursi y mediatizado. Ella es, ante todo, una mercanchifle. Su "arte conceptual" no peca precisamente de original. Ideas que se inventaron mucho tiempo atrás (desde el Dadaísmo) y que ella sólo repitió. Será olvidada rápidamente, pero la cursilería que engendró perdurará por siempre

Imagine!

Los Ocho... y Cinco Más

La institución más sui generis que hay en el escenario internacional es el Grupo de los 8. De hecho, debo confesar que uno de los pocos libros (quizá el único) que se ha escrito y publicado sobre el tema es de un servidor "Ocho en la Cumbre", se llama. Desde luego, muchos dudan de la efectividad del G8, y califican a la cumbre anual como un acto social únicamente útil para “sacarse la foto”. De hecho, la práctica de sostener cumbres en las que participan personalmente jefes de Estado es duramente cuestionada por algunos ortodoxos de las relaciones internacionales. Uno de los principales críticos de las cumbres ha sido Harold Nicolson. Teórico fundamental la diplomacia mundial, deploró en alguna ocasión la práctica del contacto personal entre los estadistas del mundo, a la que calificó como “irrelevante, en el mejor de los casos…” “y hasta peligrosa, pues puede propiciar innecesarias desavenencias y malos entendidos”.

Pero, pese a sus muchos detractores, lo cierto es que las cumbres han servido para el propósito de acercar posturas entre dirigentes mundiales, reducir tensiones, construir consensos e intentar liderazgos colectivos. Por ejemplo, pocos cuestionan las aportaciones que a la preservación de la paz mundial efectuaron las cumbres entre los mandatarios de Estados Unidos y la Unión Soviética durante la guerra fría logradas, desde luego, no sin dificultades e incluso sufriendo eventuales retrocesos; y solamente la institucionalización de un Consejo Europeo, que no es más que la reunión semestral de los gobernantes de sus países integrantes, fue capaz de dotar a la Unión Europea de un órgano eficaz para la toma de decisiones comunitarias.

Actualmente, las cumbres periódicas se han extendido a prácticamente todas las regiones del mundo. Recuérdense, entre otras, las reuniones de la APEC, la ASEAN, la OTAN, la Organización de la Unidad Africana, el Grupo de Río y las Cumbres Iberoamericanas. Algunas más útiles y exitosas que otras, en general permiten el estrecho contacto entre los presidentes y una mejor comunicación para arribar a acuerdos para la defensa de intereses y el combate a problemas comunes.

Las cumbres son relativamente recientes en la historia de la diplomacia mundial. Analistas como John Kirton aseguran que las cumbres ”representan la tercera y, en algunos aspectos, más efectiva de las grandes olas internacionales de construcción de instituciones de la posguerra, siendo la primera de estas olas la construcción de la ONU y sus agencias especializadas en los años inmediatos al fin de la II Guerra Mundial, y la segunda la creación de organismos multilaterales complementarios a aquéllos, como el GATT, la OECD, la ASEAN, la OTAN y la Agencia Internacional de Energía (AIE), por citar algunos” .

Las cumbres aparecen como un intento de suplir las insuficiencias de los organismos multilaterales en la tarea de contener las recurrentes crisis políticas y económicas internacionales que suceden en el mundo desde los años setenta. El fracaso del FMI para salvar el sistema monetario internacional nacido en Bretton Woods, la ineficacia de las instituciones especializadas para responder efectivamente a los shocks energéticos y políticos de Medio Oriente, y la incompetencia mostrada por Naciones Unidas para manejar el nuevo orden económico internacional resultado de estas sacudidas, obligaron a establecer mecanismos más directos de coordinación en los que los mandatarios procuraran, por lo menos, intercambiar puntos de vista y darse una oportunidad para la reflexión.

En ese sentido, el G8 es un esfuerzo peculiar para otorgar un liderazgo político colectivo del más alto nivel a un mundo turbulento. Inaugurado en 1975 como un mecanismo sui generis de alto nivel para propiciar la reunión periódica de los líderes de las siete naciones más industrializadas del mundo capitalista (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido), el Grupo de los Siete (a partir de este año, de los Ocho) era concebido por sus dos principales promotores, Valery Giscard d’Estaing y Helmut Schmidt, como una instancia informal creada con el propósito de evitar los grandes e ineficaces encuentros multilaterales, que la mayor parte de las veces concluían en atrofia y burocratismo. La esencia de estas cumbres residía en agilizar las relaciones entre las potencias mediante el encuentro directo de sus jefes de Estado y en implantar, de esta forma, un mecanismo espontáneo de intercambios no burocrático y dueño de vida propia entre “los que realmente cuentan”.

Claro, desde el principio la integración de un club tan “exclusivo” provocó protestas del resto de la comunidad internacional. Por un lado, de las potencias económicas medias (como los Países Bajos, Bélgica o Suecia) y de los países en vías de desarrollo más habitados (India, Indonesia y China), que se sentían con suficiente derecho y representatividad para ser considerados miembros del grupo; por otra parte, del mundo en desarrollo, que reprocha al G8 su supuesta pretensión de hablar y decidir en nombre de la humanidad; y, por último, de aquellos que consideran que se está relegando a la ONU y al resto de los organismos internacionales a un segundo plano en beneficio de los países más ricos.

Los creadores del G7, sobre todo Giscard, pretendían que esta institución sirviera como un foro para tratar de establecer consensos entre las grandes potencias exclusivamente sobre temas de macroeconomía, política monetaria y comercio internacional. Pero, paulatinamente, los aspectos de política y de seguridad mundial, relegados en una primera parte, cobraron importancia, sobre todo a partir del inicio de la década de los ochenta, con el recrudecimiento de la guerra fría. Prueba de ello es que los acuerdos más importantes alcanzados en las cumbres del G7 tuvieron que ver con las cuestiones de política internacional. Compromisos trascendentales sobre el combate al terrorismo, el desarme, las relaciones Este-Oeste, la defensa de los valores democráticos, la guerra Irán-Irak y la invasión soviética a Afganistán fueron fruto de las conversaciones sostenidas en las cumbres.

Evidentemente, con esto no se quiere decir que el impacto del G7 en la economía internacional haya sido intranscendente. En las cumbres se han logrado importantes acuerdos, como los que permitieron destrabar, en su momento, las rondas de Tokio y de Uruguay del GATT, así como los consensos logrados para tratar de aliviar en algo el peso de la deuda externa a países en vías de desarrollo, como los alcanzados en París en 1989 y en Halifax en 1995. Dicho sea esto sin dejar de reconocer los muchos fracasos, a veces estruendosos, que ha sufrido el G7 durante su historia, e incluso la futilidad de algunas cumbres.

Fue, entonces, en los ochenta cuando se comenzó a percibir al G7 cada vez más como un organismo garante de la seguridad global, tendencia que se reforzaría en los noventa tras el fin de la guerra fría y el advenimiento de un confuso “nuevo orden internacional”. Asimismo, poco a poco los líderes de las democracias industrializadas han ido incorporando a la agenda los temas “globales” que afectan a la sociedad contemporánea, como el tráfico de drogas, la defensa del ambiente e incluso la propagación del SIDA.

La cumbre de 1998 marcó el inicio de una nueva era del G8. Fue la primera en la que Rusia participó como miembro oficial del “club”; en la que los gobernantes se encontraron verdaderamente solos, sin la presencia de ministros o asesores; y en la que se estableció una agenda limitada con temas precisos anunciados con antelación, que en esta ocasión fueron tres: empleo, lucha contra el crimen organizado y la crisis financiera asiática. El resto de los temas económicos y de política internacional fueron tratados en reuniones paralelas sostenidas por los ministros de Finanzas del G7 (de las cuales Rusia aún es excluida) y del los ministros de Relaciones Exteriores del G8.

Para bien o para mal, y ahora que la reforma a las Naciones Unidas está empantanada, sobre todo en lo concerniente a la conformación del Consejo de Seguridad, el G8 asume un nueva dimensión en problemas de seguridad y política internacional, lo cual, aunado a su renovado protagonismo económico, lo podría convertir en el instrumento global de toma de decisiones más prominente en el escenario del fin de siglo, por encima de otras instancias y organizaciones formales de carácter multilateral.

Ahora bien, a partir de la polémica Cumbre de Génova en 2001, en la que hicieron su aparición los moviientos antiglobalización, y con la eclosión e el scenario internacional de nacienes perfiladas a ser potencias económicas, se han multip´licado las voces de qines demandan la ampliación del grupo. Un G5 (México, Brasil, Sudáfrica, China e India) ha empezado a entablar reuniones paralelas a los ocho. Pero la creación de este G5, en el que participa México, y las críticas a la informalidad del G8 serán temas de un post posteriores.

miércoles, 9 de julio de 2008

Bush the Liar


“La forma de mentira más peligrosa es aquella con la que el falsario se engaña a si mismo, la mentira que engaña a los demás es relativamente inocua”
Nietzsche

La mentira ha sido consustancial a la política desde épocas bíblicas. Por eso, no debería sorprendernos tanto que en la actualidad siga siendo moneda corriente escuchar a los gobernantes mentir más o menos descaradamente. Los gobernados lo saben y lo aprueban en la medida en que tanta mentira no afecte directamente sus intereses, o hasta que la mentiras sean tan obvias y perversas que la posición del político mentiroso ya no se sostenga, como sucedió a Nixon ó a Collor de Mello. Después de todo ¿quién no ha dicho alguna vez alguna “mentirilla”?

Fue Bergan Evans quien acuñó aquella famosa y precisa frase “La mentira es indispensable para hacer la vida tolerable”. Pero en el arte de manipular la verdad y retorcerla hasta extremos inimaginables, la administración del actual presidente Bush Jr. ha sido portentosa, teniendo como gran maestro a ese mago de la impostura que es Karl Rove, secundado por el par de embusteros profesionales Dick Cheney y Don Rumsfeld (éste, sin embargo, primera víctima de un exceso de mitomanía que ya es clamoroso), tolerado de buen grado por una miríada de funcionarios arribistas inspirados en la condescendiente Condoleezza y ejecutado todos los días por un ejército de “expertos comunicadores”. La Administración de Bush Jr. es incluso mucho más falaz e insidiosa que la encabezada por el inolvidable Richard Nixon, y sus falsedades tendrán repercusiones globales que mucho tardarán en dejar de influir en el planeta.

En efecto, todos los políticos manipulan la verdad, pero George W. Bush ha convertido la falta de honestidad en una especie de “nuevo sistema político” (¿la mitocracia, Daniel?) cuyo pilar fundamental es una amplia estrategia de comunicación. Día tras día, sistemáticamente, el presidente y sus asesores utilizan las técnicas mas cínicamente engañosas de relaciones públicas para persuadir y engañar a los norteamericanos: el fiasco de las inexistentes armas de destrucción masiva en Irak, los informes censurados sobre el cambio climático, los encubrimientos y complicidades en los casos Enron y Halliburton, las insolentes y ruines maniobras de descalificación aplicadas contra los adversarios, etc. Lo peor de todo es que durante años los intentos de desmontar la realidad fabricada para mayor gloria de George W. Bush fracasaron estrepitosamente (por lo menos, hasta antes de las elecciones de término medio), devorados por esa trituradora de la verdad que haría revolverse de envidia en la tumba al propio Goebbels, aquél dirigente nazi experto en propaganda que acuñara la célebre frase “una mentira dicha mil veces se convierte en verdad”

Mientras más grande la mentira, mayor la probabilidad de que sea creída.
Con toda seguridad, el evento que pasará a la historia como el gran legado de las falsificaciones de Bush Jr. será la inicua guerra de Irak. Tras los atentados del 11 de septiembre, al presidente le urgía consolidar su “buena causa” de la lucha antiterrorista, misma que, él sabía, le iba a retribuir grandes dividendos políticos. Por eso decidió no escatimar recursos ni tiempo en “trabajar” a la opinión pública. Inició una campaña monumental en la que prometió contarnos «nada más que la verdad» acerca del ingente e inminente peligro que representaba el tirano de Bagdad. La Casa Blanca y su equipo de comunicación se dedicaron a bombardear constantemente a la opinión pública con datos y noticias (sin importar si eran verdaderas o falsas), sobre el dictador iraquí, quien, de acuerdo a la versión oficial, casi “estaba a punto” de bombardear con sus misiles armas de destrucción masiva a buena parte del mundo libre. Fue en estos tiempos que a Sadam se le acusó de tratar de enriquecer uranio importado ilegalmente de Níger, de elaborar armas químicas en transportes móviles, de financiar y proteger a Al Qaeda, de esconder misiles de largo alcance prácticamente debajo de su cama, etc.

En el Pentágono, por su parte, asumió el mando de una unidad secreta de Inteligencia con la misión de fabricar las pruebas sobre las armas de destrucción masiva en Irak y sobre los vínculos de Sadam con Osama. Fue de esta forma que una supuesta unidad de Inteligencia, pagada por los impuestos de los ciudadanos, se convirtió en una oficina de propaganda al servicio político del presidente. Tomaban una información de aquí, otra de allá, las aderezaban con algunas mentirillas y exageraciones, y hacían que sonara como algo excitante y amenazante. Funcionaba como una maquinaria muy organizada, con una misión concreta: justificar una guerra que era rechazada por la inmensa mayoría de la opinión pública mundial.

Bush Jr., ese cristiano renacido tan influido por los neoconservadores y cuyo gobierno ha sido el que más tintes religiosos ha exhibido en la historia contemporánea de Estados Unidos, no dudo ni un momento en desatar su cascada de especulaciones, exageraciones y mentiras:
“La Inteligencia reunida por éste y otros gobiernos no deja duda de que el régimen de Irak posee y oculta las armas más letales jamás concebidas”. “Sadam ha intentado adquirir uranio en Africa para su programa nuclear”. “Sadam es una amenaza porque está tratando con Al Qaeda”. “El régimen iraquí ha demostrado su continua hostilidad y la voluntad de atacar Estados Unidos”.


“No sé qué más evidencia necesitamos”...
“This is bullshit!”, se dice que fueron las palabras de Colin Powell cuando le presentaron la “evidencia” reunida por la CIA y manipulada por el Pentágono para justificar la guerra en su histórica comparecencia en Naciones Unidas. Como sea, el pobre general tuvo que hacer el papelazo mundial de presentar sus “irrefutables pruebas” ante el Consejo de Seguridad en una tristemente célebre reunión. Nada impidió entonces a Bush Jr. emprender con tozudez extraordinaria su “guerra santa”: ni la oposición de las principales potencias del mundo (salvo la dócil Gran Bretaña), ni las advertencia de Hans Blix y Kofi Annan, ni las manifestaciones monstruo que millones de ciudadanos de a pie realizaron en todo el mundo contra la guerra.
Pero el colmo llegó cuando se demostró que las armas de destrucción masiva no existían y que el gobierno de Bush Jr, había mentido al mundo impúdicamente. La maquinaria no se arredró ante tan simple detalle. A falta de evidencia, la propaganda presidencial consiguió darle la vuelta a la gran mentira: “Sadam era el arma de destrucción masiva”. “Es una bendición que ese malvado esté más en el poder”. Ganó la democracia”. “Estamos orgullos”. Todo esto, mientras presentaba a los críticos como antipatriotas y pro terroristas. Maniobra magnífica, que le permitió al falaz presidente tener los suficientes argumentos para ganar su reelección, a pesar de todo.

El Doble Lenguaje Orwelliano
“Sí los americanos son capaces de comprender el mensaje del presidente en no mas de 60 segundos, entonces hemos cumplido nuestra misión”. Ese es, precisamente, uno de las grandes claves del presidente “Top Gun”: los mensajes cortos y contundentes. Frases sencillas fruto de una lógica elemental de “buenos y malos”, Simplificaciones, mentiras y verdades a medias que se dicen como slogans, siempre pensando en las ocho columnas. El poder del lenguaje del antilenguaje. La guerra contra el terror, los ejes del mal y los ejércitos de la compasión son triunfos lingüísticos del presidente Bush Jr. en su perpetua batalla con el idioma inglés. Guiones con frases directas como misiles y efectos hipnóticos sobre el oyente, tal como lo hacen los exitosos predicadores tele evangélicos.

Pasará a la historia como Bushspeak esa manera tan peculiar de hablar que tiene el presidente, que consiste en un idioma a la medida de Bush Jr. que hace recordar al newspeak de George Orwell y al “sistema de mentiras organizadas que es la base de nuestra sociedad” descrito en la novela 1984. Primera regla: simplificar al máximo el mensaje. Segunda: repetirlo constantemente.

Contrario a lo que pudiera pensarse, a Bush Jr. no le costó aprender la lección. Siempre le gustaron las frases cortas, las fórmulas mecánicas que no le obligan a pensar más de la cuenta, ni tampoco a sus oyentes. Su lapidario es tan previsible que sus fieles se lo saben de memoria y lo recitan, casi como si fuera una letanía. Pero pese a su aparente simplicidad, sus discursos tienen trampa. Ahí reside la magia y el cinismo del “doble lenguaje” (otro préstamo orwelliano). Bush Jr. tiene mucho de ese Big Brother que invoca la guerra sin fin y el odio a muerte al enemigo.

Prensa limitada (y limítrofe)
Bush Jr., que tanto desdén ha mostrado durante su mandato por la prensa (hasta el punto de jactarse de que no lee los periódicos), ha sabido, sin embargo, usar los medios como dócil caja de resonancia. La derechista cadena Fox marcó la pauta. Con ella, el presunto dominio tradicional de “los medios liberales” empezó a ceder para dejar un lugar cada vez más grande a medios rabiosamente conservadores. El diario The Washington Times, el National Review, el New York Post y demás correas de transmisión de los neoconservadores, que también tomaron las páginas de opinión del Wall Street Journal. Evidentemente, Los medios más a la izquierda, como la CBS o el New Yorker (que revelaron las fotos de Abu Ghraib), se ganaron el estigma de «antipatrióticos».

Bush Jr. y Shakespeare
Sin embargo, a seis años del inicio de la catastrófica presidencia de Baby Bush, los neoconservadores se encuentran en crisis y rumbo al fracaso. La esencia de este fiasco reside en que el presidente y sus aliados han caído en el error ineluctable en el que, tarde o temprano, caen todos los mitómanos: creerse sus propias mentiras y acabar por ser víctimas de ellas. El desastre de Irak se ha vuelto insostenible incluso para las eficientes y falaces estrategias de comunicación republicanas. Por fin, sale radiante la verdad que durante todo este tiempo nos han querido ocultar: el mundo está lleno de matices e incertidumbres y los gobernantes se destruyen cuando son demasiado rígidos y excesivamente seguros de sí mismos, están ebrios de radiante limpidez moral y basan su poder únicamente en el (a fin de cuentas) frágil imperio de las mentiras. Si el presidente de Estados Unidos tuviera más respecto por el lenguaje, pensara menos en sus mensajes cifrados y se tomara la molestia de leer a Shakespeare, quizá fuera más prudente. Enrique V dice a sus soldados en célebre arenga:"Pero, de no ser una buena causa, el mismo rey tendrá que rendir pesadas cuentas cuando, en el día del juicio, todos esos brazos, piernas y cabezas cortados en una batalla se reúnan y griten a coro: ¡Nosotros morimos en tal o cual lugar!, algunos, entre maldiciones; otros, clamando por un cirujano; otros, llorando por sus esposas, a quienes dejaron en la miseria, por sus deudas pendientes o por sus pequeños hijos desamparados. Me temo que entre los caídos en el campo de batalla, pocos han tenido una buena muerte”. Y en la escena inicial de Enrique IV. Primera parte, Shakespeare se vale del Rumor para demostrar cómo los reyes se meten en aprietos por confiar en verdades a medias o en las lisonjas de los impostores. Muchos de los personajes shakespearianos adolecen de una soberbia desmesurada, igual que Bush Jr, y están rodados de aduladores, yes men (o woman, como Condoleezza) y sicofantes. La única persona que parece aconsejar con buen tino a su amo es el bufón del Rey Lear. No pueden castigarlo por decir verdades desagradables, porque ése es su trabajo. Shakespeare nos previene contra las imprudencias temerarias fundadas en una mala información. Hay quienes ven en Hamlet una condena del indeciso, pero su monólogo "Ser o no ser..." constituye un análisis meticuloso de las ventajas y desventajas de la acción inmediata, un enfoque prudente que Bush Jr, podría haber imitado antes de iniciar la guerra en Irak en lugar de enbelezarse con el maniqueísmo de su antilenguaje. El mismo Lear, tras su ominosa caída, se lamenta: “Consigue ojos de vidrio para que, como un facineroso político, aparentes ver lo que no está ahí”Bush Jr. es, en buena medida, un ser aristocrático muy a la Shakespeare: se hizo del poder casi por herencia y gracias a alguna simpatía personal, pero con su conducta inflexible y desaforada, rigidez, frivolidad y arrogancia desencadena la tragedia sobre sí mismo y sobre su país.

lunes, 7 de julio de 2008

¡Enhorabuena Colombia!


Las ominosas FARC se encuentran en vías de extinción, afortunadamente. Lo que llevamos de este año han sido funesto para ese grupo criminal. Como haya sido, el exitoso operativo de rescate reveló la fragilidad militar de las FARC. Era impensable, tiempo atrás, inflitrar y manipular de esta manera a la mayor guerrilla latinoamericana. Pero es cierto que en los últimos meses la guerrilla sufrió bajas y deserciones que inevitablemente iban a tener consecuencias negativas.

En marzo pasado, en el marco de un polémico operativo militar, las fuerzas armadas colombianas mataron a Raúl Reyes, "número dos" de las FARC. Además, secuestraron material informático de su campamento, donde la guerrilla guardaba sus mejores secretos, desde sus negocios con el narcotráfico hasta sus conexiones internacionales.

Menos de una semana después, se confirmó que otro miembro de la dirección rebelde, Iván Ríos, fue asesinado por un guardaespaldas que buscaba el pago de la recompensa ofrecida por Bogotá.
Y ese mismo mes, "Tirofijo", máximo jefe y fundador de las FARC, murió presuntamente por causas naturales y dejó vacante el liderazgo de la guerrilla, que fue ocupado por Alfonso Cano.
A la fuerte desestabilización que sufrió este año el Secretariado General -como se conoce a la cúpula de mando de la guerrilla-, hay que sumarle una gigantesca ola de deserciones.
Según el gobierno, más de 1450 rebeldes de las FARC han desertado en lo que va del año, lo que representa casi un 20% de sus efectivos. Bogotá estima que las FARC han visto reducidas sus filas a unos 8000 combatientes, es decir, la mitad que hace una década, cuando con frecuencia asaltaban y arrasaban puestos militares.

Además, las FARC también perdieron el apoyo del payasito Hugo (rila) Chávez, quien recientemente condenó los secuestros y afirmó que la guerrilla jamás logrará tomar el poder por las armas (cuando meses antes demandaba el reconocimiento de las FARC como fuerza beligerante legítima). "Si las cosas siguen así, la guerrilla habrá desaparecido en dos años", declaró hace poco Diego Canizares, quien fue el segundo mando de uno de los batallones de las FARC hasta marzo, cuando decidió abandonar las armas y la selva

Así, tras ir de derrota en derrota, el rescate de Ingrid es el más severo golpe político para estos narcoguerrilleros, aún idolatrados por la parte más obtusa de la "progresía" latinoamericana.. ¡ENHORABUENA COLOMBIA!

sábado, 5 de julio de 2008