miércoles, 1 de julio de 2020

Oportunistas, negacionistas…y ridículos


La estrategia del avestruz » Enrique Dans 


A la memoria de Antonio Mondragón

La variopinta colección de sátrapas o candidatos a serlo que pulula en el escenario político actual se ha caracterizado por su deficiente e irresponsable gestión ante la pandemia del coronavirus. De entre ellos puede distinguirse, en general, dos tipos: los “oportunistas”, quienes han aprovechado de forma escandalosa las cuarentenas y restricciones obligatorias  para apretar más los mecanismos de control sobre sus gobernados, y los “negacionistas”, quienes en mayor o menor medida han minimizado la crisis y evitado tomar decisiones difíciles para tratar de dejar intacta su sacrosanta “popularidad”.

A este último grupo pertenecer líderes de países grandes como Trump, Putin y Bolsonaro, pero también en algunas naciones pequeñas se han dado casos de autócratas negligentes caracterizados por su voluntarismo, su fe en el pensamiento mágico e incluso por una atroz cursilería.

Alexander Lukashenko, dictador de Bielorrusia, calificó al coronavirus como una “absurda psicosis” y se rehusó a decretar confinamientos y medidas de distanciamiento social.  "No hay virus aquí. No los han visto volar, ¿verdad, conciudadanos?", preguntó a sus azorados gobernantes.
Aconseja ir a saunas y beber vodka como medidas para combatir el virus y ha subrayado las virtudes de “mantener una vida espiritual y sobria” como fórmula eficaz para mantener una buena salud.

Más absurda es la situación en Turkmenistán, donde el simple hecho de mencionar o escribir la palabra “coronavirus” es considerada un delito. Incluso portar en la cara una mascarilla puede ser motivo de arresto. Esta nación centro asiática tiene un presidente de nombre kilométrico: Gurbanguly Berdimuhamedow, quien ha fomentado un delirante culto a su personalidad. Ante la pandemia, la televisión nacional lo muestra hablando de remedios “medicinales” a base de infusiones, aromaterapias, rezos y mantras populares comunes en esta nación gracias a la generalizada práctica del chamanismo. “El pueblo sabe más”, asegura el señor presidente.
Otro caso donde, oficialmente, no existe el coronavirus es Corea del Norte. Cierto, la propaganda estatal ha informado sobre la pandemia, pero enfatizando el fracaso de Estados Unidos y (supuestamente) de Corea del Sur al combatirlo y presentando a los norcoreanos como un pueblo ordenado y feliz inmune a la enfermedad.

Y otro caso lo presenta la pobre Nicaragua. El gobierno del dictador Daniel Ortega también ha rechazado imponer las estrictas medidas introducidas a nivel mundial para frenar la propagación del coronavirus. Las consecuencias las paga la gente. En los hospitales hay largas filas, se han agotado las medicinas básicas en las farmacias y se multiplica, ya de forma escandalosa, la celebración de funerales apresurados.

Pero el gobierno niega la dimensión del problema, exalta las virtudes del pueblo e incluso ha promovido eventos masivos, como una absurda marcha convocada para promover al amor como fórmula infalible para vencer a la epidemia.

Pedro Arturo Aguirre
publicado en la columna Hombres Fuertes
17 de junio de 2020

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