miércoles, 1 de julio de 2020

¿Ganó Xi Jinping?


Xi Jinping coup: as Pooh Bear says: 'forever's too good to be true'


La Asamblea Popular de la República China se reúne esta semana en Beijing tras haberse superado en ese país la etapa más álgida del coronavirus. Es una institución casi meramente decorativa. Sus funciones son sumamente limitadas. Casi solo sirvió de escenario para la celebración del “triunfo de la guerra popular contra el coronavirus encabezada por el camarada Xi Jinping”. Sin embargo, incluso dentro de su futilidad le ha sido muy difícil disimular los daños efectuados por la pandemia a la gran potencia asiática.

Contrario al tópico, China no ha salido como la “gran vencedora” de todo este dilema sanitario mundial. En el terreno político muchos especialistas y sinólogos señalan el surgimiento de una importante disensión política dentro del Partido Comunista Chino. Se han dejado escuchar, sutilmente, críticas al estilo altamente centralizador del presidente Xi Jinping.

La rápida y draconiana respuesta de las autoridades ante la crisis ha sido muy elogiada, es cierto, pero arrecia en lo interno la disputa sobre el número exacto de muertos e infectados, los riesgos de una segunda ola de infecciones y la dirección futura de la política exterior, sobre todo en lo concerniente a las relaciones con Estados Unidos y a las medidas represoras en Hong Kong.

En el renglón económico el daño ha sido enorme. El PIB sufrió primer trimestre del año una contracción del 6.7 por ciento. China reactivó su actividad muy rápido, pero ni la guerra comercial con Estados Unidos ni la crisis global insuflan optimismo a una economía demasiado dependiente de las exportaciones. El desempleo se acercaba al 6 por ciento a principios de año y se calcula en 70 millones la cifra de personas sin trabajo por efecto del Covid 19. Otro lastre es el tamaño de la deuda pública, la cual representa ya un 310 por ciento del PIB.

La pandemia retrasará los magníficos sueños de Xi, quien se ha propuesto hacer de China una potencia “totalmente rica, desarrollada y poderosa" , y ello constituye  un problema muy serio para un gobierno cuya legitimidad reside no en las urnas, sino en su eficacia económica.

Muchos ven hoy el inicio de una especie de Pax Sinica, el indiscutible dominio mundial de China, triunfante en la contienda geopolítica con los Estados Unidos, sobre todo considerando la caótica gestión de la administración Trump. La aparentemente astuta reacción de China ante la crisis, la eficacia brutal del modelo autoritario al contenerla y la campaña mundial de ayuda ofrecida por Beijing al mundo sustentan este enfoque.
Pero un análisis más a fondo impide determinar a un ganador, más bien indica el relativo debilitamiento de ambas grandes potencias. Asoma en el  horizonte un desconcierto mundial donde el nacionalismo desenfrenado y las pugnas desplazaran al orden y la cooperación entre las naciones.


Pedro Arturo Aguirre

Columna Hombres Fuertes 
publicada 27 de mayo de 2020

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