jueves, 25 de marzo de 2010
Respuesta a Jorge Castañeda
Perdóname, querido Jorge que difiera nuevamente de tus puntos de vista, pero en lo personal me parece imprescindible defender la pluralidad política en México. Me permití hacer algunos comentarios al artículo que publicaste hoy en Reforma :
Dices: "La proporcionalidad perfecta como proponen el PRD y algunos analistas, inspirada en el modelo alemán, parece más democrática y sí permite la plena expresión de las minorías. Su desventaja es, como lo vemos en México, la parálisis."
Digo yo: En México no tenemos un sistema "proporcional perfecto". Lo que en esencia tenemos es un sistema tripartidista cuyos principales protagonistas no permiten la apertura a nuevas expresiones. Nuestra ley es una de las más restrictivas del mundo en lo concerniente a la posibilidad de participar en comicios (como bien te consta). La triada está protegida, con lo que muchas expresiones políticas genuinas se encuentran sin voz en México. Eso no es justo, ni democrático.
Dices: “La generación de mayorías tiene la ventaja de la gobernabilidad y da al Presidente una mayoría al menos tres años para poner en práctica su programa. Su inconveniente radica en la sobrerrepresentación, que puede ser excesiva y con el riesgo de borrar minorías. Hay que optar: he optado por el sistema mayoritario desde mi libro Somos Muchos en 2004, y en particular en el ensayo con Aguilar Camín que publicamos en Nexos. Las posturas no son conciliables, se pueden atemperar pero no compatibilizar”.
Digo yo: “Muy bien Jorge, pero ahora explícame la meridiana contradicción en que caes. Tú has hecho una certera y profunda crítica a los partidos dominantes del México actual y has luchado para que el sistema se abra a la participación de candidatos independientes, lo cual mucho te honra, pero también nos dices que quieres que un solo partido con mayoría sólida maneje la mayoría en el Congreso para garantizar la gobernbilidad. En ese caso, dejemos de luchar por candidaturas independientes y permitamos que el PRI y PAN definan la mayoría absoluta en el congreso en distritos uninominales, para que el ganador goce de una clara mayoría y gobierne sin obstáculos. ¿Para qué queremos Jorges Castañedas y candidatos independientes que podrían perturbar la buena marcha de la mayoría absoluta? (Por cierto, ¿Sabes que efectos tuvo para la dichosa gobernabilidad la presencia de más de un centenar de independientes en la Duma rusa durante el régimen de Yeltsin. Échale un ojo, te va a interesar)
Por otra parte, ¿Cómo es posible que pidas reelección legislativa con el argumento de que los ciudadanos tendrán mayor posibilidad de llamar a cuentas a sus representantes al mismo tiempo que ponderas como un bien mayor la obtención por parte de un partido de mayoría absoluta en las Cámaras para poder aplicar su programa de gobierno. Es obvio que para lograr esa gobernabilidad sin mácula de la que nos hablas la disciplina de voto de los parlamentarios a las directrices de la dirigencia partidista sería indispensable. Entonces, ¿Dónde quedó la dizque llamada a cuentas ciudadana?
Dices: “Ni la proporcionalidad perfecta ni el sistema mayoritario son válidos para todos los países todo el tiempo. Depende de cada país en cada coyuntura. En Alemania la proporcionalidad perfecta ha funcionado porque ha existido un amplio consenso a lo largo de estos cinco años entre los principales partidos. En Francia, en los 80 cuando Mitterrand la restableció, no dio resultados.”
Digo: Perdóname Jorge, pero el resultado de las elecciones parlamentarias de 1986 en Francia, únicas que funcionaron con la reforma de Mitterrand, fue exactamente el mismo qué el que hubiese arrojado una elección con el sistema tradicional a dos vueltas: mayoría de la alanza de centro derecha UDF-Gaullistas, la cual gobernó aplicando sin mayores obstáculos su programa de gobierno con Chirac como primer ministro. ¿Te acuerdas? Digo, exactamente el mismo resultado. Entonces, ¿Por qué dices que no funcionó? La centroderecha volvió al sistema de dos vueltas por que le convenía, únicamente por eso. Pero de ahí a que no haya funcionado para efectos de la gobernabilidad hay una distancia.
Dices. “Para México hoy me parece preferible el sistema mayoritario, eso no quiere decir que sea permanentemente idóneo, ni para este país ni para otros. La razón es que el país requiere de capacidad de decisión. Las mayorías se pueden lograr mediante segunda vuelta en las elecciones legislativas o eliminando el candado de sobrerrepresentación y/o restableciendo la cláusula de gobernabilidad o alineando las elecciones legislativas con las presidenciales -propuestas ya adelantas por Aguilar Camín y por mí. Todas tienen ventajas y desventajas. Todas logran más o menos el mismo objetivo.”
Digo: Vuelvo a lo mismo, si la prioridad es la gobernabilidad y los partidos que tenemos son los indicados ¿Para qué tomarse la molesta en participar? ¿De qué sirve lanzarse como independiente? ¿Qué justifica la critica a la “partidocracia”? Mejor pedimos nuestra afiliación al PRI o al PAN y ya está ¡A trabajar en aras de la gobernabilidad!
Y sobre todo, ¿Para qué diablos querríamos que un intelectual independiente eventualmente llegara a la presidencia del país sin el apoyo en las cámaras de una mayoría absoluta y disciplinada bajo la férula de un partido?
Dices: “El país tiene un gran futuro sólo con reformas de gran calado. Por eso, hoy en día, se necesita un sistema que dé al Presidente la posibilidad de aplicar el programa por el cual fue electo, y que puede ser rectificado en elecciones de medio periodo si así quieren los ciudadanos”.
Digo: Jorge, la dicotomía que manejas multiupartidismo = desmadre, gobierno de mayoría = progreso es completamente falsa y basta con darse una asomadita a la experiencia internacional para darse cuenta de ello. Aquí varios botones de muestra:
¿Qué me dices de Brasil, impresionante país que se asoma como una potencia del siglo XXI, donde Cardoso y Lula han sacado adelante reformas de gran caldo pese a que en el congreso brasileño coexisten ¡más de una decena de partidos!?
O Uruguay, país extraordinariamente estable que sale adelante con los partidos Blanco, Colorado y la más de una decena de organizaciones que integran el Frente Amplio, actualmente en el poder
O Chile, otro buen ejemplo de desarrollo y estabilidad, donde bajo la cobertura de dos grandes coaliciones tienen presencia en el parlamento la UDI, los Renos, el PSCh, el PPD, el PRSD, el PD, los humanistas y los comunistas.
¿Qué pasó en Colombia, donde el ineficaz bipartidismo tradicional liberal-conservador (cuántos gobiernos colombianos gozaron de mayoría en las cámaras, y ya ves) quebró para dar lugar a un sistema de partidos más abierto y mucho más funcional?
¿Por qué Italia (Sí, la desmadrosa Italia, donde le echaban la culpa de todo al proporcionalismo y la partitocrazia) regresó al proporcionalismo?
¿Por qué tronó el tradicional bipartidismo radical-perionista en Argentina? ¿Qué sucedió cuando los peronistas (con Menem) y los radicales (con de la Rúa) y nuevamente los peronistas con Kirchner pudieron aplicar sin trabas sus programas de gobierno gracias a que contaban con mayorías parlamentarias? ¿Es eso un ejemplo a seguir?
¿Por qué en el Reino Unido el parlamento acaba de aprobar un sistema electoral que supone la aplicación de un tipo de correctivo presidencial (sistema de voto único alternativo, se llama) que daría al traste con el gobierno de mayoría para dar lugar a la posibilidad del gobierno de coaliciones?
Dices: “Entiendo la preferencia de otros por el empate tripartidista. No entiendo a quienes buscan conciliar ambos sistemas, ni a quienes evitan escoger entre ellos”.
Digo: Otra falsa dicotomía. La discusión sobre el sistema de partidos va más allá de la de gobierno de mayoría Vs el tripartidismo actual a la mexicana. En concreto, nosotros proponemos:
a. Un sistema electoral y de representación política que promueva la construcción de ciudadanía y la participación ciudadana en la formación y el ejercicio del poder público, mediante la apertura del sistema de partidos y las candidaturas a cargos de elección popular, de tal forma que se superen el ambiente de descrédito y la pérdida de legitimidad de nuestra frágil e incipiente democracia. En este sentido, hace falta señalar que, desde la promulgación de la ley electoral federal de 1946, han regido disposiciones destinadas a restringir la creación y participación de nuevos partidos. De hecho, nuestra legislación electoral ha sido un caso sui generis a nivel internacional, pues prácticamente en ninguna democracia del mundo se exigen tantos requisitos para la constitución y registro de nuevos partidos, al mismo tiempo que se mantiene el monopolio de registro de candidatos a favor de los partidos existentes. En las democracias consolidadas, existen criterios diferenciados para el registro de los partidos políticos. Se exigen diferentes condiciones para participar en elecciones, para recibir recursos públicos y para lograr acceder a la representación parlamentaria.
b. Generar mayores incentivos para la participación política ciudadana y por asumir el genuino sentido de la pluralidad en las democracias constitucionales, para lo cual se requiere romper el círculo vicioso de las reglas que pervierten a los institutos políticos desde su creación, levantar las restricciones que aún pesan sobre el ejercicio del derecho de asociación política y permitir la participación de candidatos independientes a cargos de elección popular. Se trata de abrir la competencia sin debilitar el sistema de partidos, como lo han hecho y lo prueban las experiencias de otros países en donde participar en elecciones es fácil, aunque con exigencias mayores para acceder al parlamento y, sobre todo, para recibir financiamiento público.
c. Establecer la figura del “registro condicionado al resultado electoral”, con requisitos asequibles a la ciudadanía y a sus organizaciones políticas para tener derecho a participar en elecciones, lo cual no implica utilizar recursos públicos para ello. Esto significa que una organización política pueda obtener “registro condicionado” y aparecer en las boletas electorales como partido político nacional acreditando el apoyo en firmas de un porcentaje mínimo del padrón, contar con declaración de principios, programa y estatutos y comprobar actividad política previa a nivel nacional; que un partido político con registro condicionado pueda validar su registro y obtener el reembolso de gastos de campaña si, y sólo si, cumple cabalmente con las obligaciones establecidas en ley en materia de transparencia y rendición de cuentas, hasta por el monto que para tal efecto se haya establecido, y siempre y cuando haya obteniendo al menos el 1% de la votación efectiva; que un partido con registro condicionado tenga el derecho a la asignación de legisladores por el principio de representación proporcional cuando obtenga al menos el 2% de la votación nacional efectiva (en el marco de un sistema electoral mixto, con 50 por ciento de mayoría y 50 por ciento de representación proporcional para la integración de la Cámara de Diputados).
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