Obama ha tenido sus altibajos desde que llegó a la presidencia, pero antier en la ceremonia del Nobel dijo uno de sus mejores discursos, que en mucho podría borrar la mala impresión que dio cuando, días antes, anunció en West Point el incremento de tropas en Afganistán con una pieza oratoria débil e inconvincente. Obama fue directo, desterró cualquier tipo de fácil hipocresía al que podría haber dado lugar el momento y reafirmó la convicción que todo buen estadista debe tener al cumplir con sus responsabilidades de mando y que se resume en el adagio latino Si vis pacem para bellum
Obama, defendió la muchas veces ineludible necesidad de ir a la guerra en ciertas ocasiones, y dijo algunas valiosas verdades: "Enfrento el mundo como es y no puedo permanecer sin hacer nada frente a las amenazas al pueblo estadounidense. Un movimiento no violento no podría haber frenado a los ejércitos de Hitler. Las negociaciones no pueden convencer a los líderes de Al-Qaeda a deponer sus armas. Decir que la fuerza a veces es necesaria no es cinismo: es un reconocimiento de la historia y de las imperfecciones del hombre y los límites de la razón", Y claro que este discurso estuvo lejos de ser cínico, como afirman algunos simplones. Fueron las palabras sinceras de un hombre que sabe poner los puntos sobre las íes y evitó caer en triunfalismos, hipocresías y exhibicionismos (ah, y no menos importante: en cursilerías).
"La creencia de que la paz es deseable, rara vez es suficiente para lograrla". Implacable verdad, y otra más "A veces la guerra es necesaria, y en cierta medida la guerra es una expresión de los sentimientos humanos", apuntó Obama, para añadir que en ciertas circunstancias, "los instrumentos de la guerra tienen un papel que desempeñar en la preservación de la paz". Y aclaró: "La guerra en sí misma nunca es gloriosa y nunca debemos presumir de ella como tal". E incluso encaró a la otra gran polémica en torno al galardón: que se le hubiera concedido cuando apenas lleva 11 meses en el cargo y sus logros concretos aún son limitados. "Sería negligente si no reconociera la considerable controversia que su generosa decisión ha generado. En parte, esto es porque estoy al comienzo, no al final, de mis labores en el escenario mundial", reconoció que sus logros "son escasos" en comparación con otros galardonados anteriores, como Martin Luther King o Nelson Mandela, e indicó que recibía el premio con "profunda gratitud y una gran humildad". Y aunque elogió el camino de no violencia seguido por los dos mencionados, acotó: "Como jefe de Estado he prometido proteger y defender mi nación, no puedo dejarme guiar sólo por sus ejemplos"
Pues bien, me pareció estupendo el discurso, pero le faltó algo: un justo reproche a algunos de sus más torpes antcesores a la hora de abusar del instrumento de la guerra, aquellos que con el pretexto de iniciar guerras "preventivas" o inician conflictos injustos, cruentos y duraderos, acre lección que ha padecido Estados Unidos varias veces en la historia, la última con la inicua decisión de Bush Jr de invadir Irak a base de mentiras.
Obama, defendió la muchas veces ineludible necesidad de ir a la guerra en ciertas ocasiones, y dijo algunas valiosas verdades: "Enfrento el mundo como es y no puedo permanecer sin hacer nada frente a las amenazas al pueblo estadounidense. Un movimiento no violento no podría haber frenado a los ejércitos de Hitler. Las negociaciones no pueden convencer a los líderes de Al-Qaeda a deponer sus armas. Decir que la fuerza a veces es necesaria no es cinismo: es un reconocimiento de la historia y de las imperfecciones del hombre y los límites de la razón", Y claro que este discurso estuvo lejos de ser cínico, como afirman algunos simplones. Fueron las palabras sinceras de un hombre que sabe poner los puntos sobre las íes y evitó caer en triunfalismos, hipocresías y exhibicionismos (ah, y no menos importante: en cursilerías).
"La creencia de que la paz es deseable, rara vez es suficiente para lograrla". Implacable verdad, y otra más "A veces la guerra es necesaria, y en cierta medida la guerra es una expresión de los sentimientos humanos", apuntó Obama, para añadir que en ciertas circunstancias, "los instrumentos de la guerra tienen un papel que desempeñar en la preservación de la paz". Y aclaró: "La guerra en sí misma nunca es gloriosa y nunca debemos presumir de ella como tal". E incluso encaró a la otra gran polémica en torno al galardón: que se le hubiera concedido cuando apenas lleva 11 meses en el cargo y sus logros concretos aún son limitados. "Sería negligente si no reconociera la considerable controversia que su generosa decisión ha generado. En parte, esto es porque estoy al comienzo, no al final, de mis labores en el escenario mundial", reconoció que sus logros "son escasos" en comparación con otros galardonados anteriores, como Martin Luther King o Nelson Mandela, e indicó que recibía el premio con "profunda gratitud y una gran humildad". Y aunque elogió el camino de no violencia seguido por los dos mencionados, acotó: "Como jefe de Estado he prometido proteger y defender mi nación, no puedo dejarme guiar sólo por sus ejemplos"
Pues bien, me pareció estupendo el discurso, pero le faltó algo: un justo reproche a algunos de sus más torpes antcesores a la hora de abusar del instrumento de la guerra, aquellos que con el pretexto de iniciar guerras "preventivas" o inician conflictos injustos, cruentos y duraderos, acre lección que ha padecido Estados Unidos varias veces en la historia, la última con la inicua decisión de Bush Jr de invadir Irak a base de mentiras.