martes, 11 de diciembre de 2007

Basta de Mitos: La Reelección Legislativa no es una Panacea


En los últimos años de eternas discusiones de reformas del Estado en México, una de las ideas favoritas de muchos de nuestros opinadores ha sido adoptar la reelección legislativa inmediata e indefinida con el supuesto propósito de “profesionalizar la labor legislativa”. Esto es falso. La realidad de cualquier parlamento que se quiera ver es que los legisladores realmente importantes y productivos son siempre un puñado, mientras que la mayoría simplemente se dedica a levantar el dedo presentando pocas iniciativas trascendentes y participando escasamente o nada en las discusiones de fondo. Son “una asamblea de ociosos caros y tontos”, parafraseando a Bierce. La verdad es que muchos legisladores son capaces de reelegirse de manera indefinida, no porque la gente les reconozca capacidad o mérito como legisladores, sino porque han sido capaces de establecer poderosas redes clientelares y políticas que les permiten conservar el escaño a veces por décadas o por que pertenecen a las estructuras de mando partidistas y, por ello, tienen garantizada su perenne aparición en las listas plurinominales. De instaurarse en México la reelección presidencial, lo más seguro es que veríamos a los Bejaranos, Padiernas, Gamboas, Manlios y demás fauna eternizarse en las cámaras. ¿Es lo que queremos? Lo dudo.

Nuestros opinadores deberían asomarse más a las experiencias internacionales en materia de sistemas políticos y electorales y dejar a un lado los clichés y fórmulas facilonas. Enterarse de lo que pasa en el mundo es muy útil. En Chile, por ejemplo, está a punto de aprobarse una reforma para la limitación del período de reelección parlamentaria, luego de que la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia aprobara una moción que restringe a un período sucesivo la repostulación de los senadores en ejercicio y a dos la de los diputados.

El proyecto de ley, que cuenta con el patrocinio de diputados de todo el espectro político chileno, fue resuelto por la Comisión de Constitución en sólo un mes.

En sus fundamentos, el proyecto plantea que la reelección indefinida “fomenta el clientelismo y el desprestigio de la actividad política, dificulta que una persona del mundo privado acceda a un cargo de elección popular -porque desplazar a alguien que ostenta el cargo es muy difícil y excepcional-, atenta contra la renovación de ideas y de propuestas, y afecta la eficiencia y el buen ejercicio de la labor parlamentaria”.

Claro, el hecho que los propios legisladores se autoimpongan un límite permite prever un resultado incierto en sala. En la Comisión de Constitución surgió el primer signo, al aprobarse una indicación según la cual la restricción no regirá en las elecciones del 2009, sino recién a partir de la del 2013. Pero la presión de la ciudadanía chilena para poner límites a la capacidad de reelección de los “representantes populares” ha sido muy intensa. Es una muy mala señal frente a la ciudadanía que permanentemente los cargos parlamentarios sean servidos por las mismas personas. Debemos aprender que no es una práctica sana hacer del Congreso una carrera para vivir de la política, ni de los partidos, por cierto. Hay que invitar a gente de otras actividades del quehacer nacional a hacer su aporte e impedir que se instaure una especie de “cinismo parlamentario”.

Claro no quiere decir que esté de acuerdo en que las cosas permanezcan como están. Como ya apunté arriba, hay buenos parlamentarios que de manera legítima tienen el derecho a aspirar a reelegirse por uno o dos períodos, pero también hay que permitir la generación de nuevos liderazgos y evitar que se perpetúen vividores de la política en las cámaras. Propongo hacer lo que Chile: establecer el derecho a senadores a una sola reelección consecutiva y a los diputados un máximo de dos.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Alan García: un “progre” redimido (en buena hora)


Basta de farsas, señores. El populismo revivido por Chávez y compañía no sirve para garantizar el desarrollo de los pueblos. Lo único que le queda a América Latina es construir economías sólidas mediante la liberalización y los consensos democráticos. Desde luego que el camino no es fácil, ni se trata de una receta mágica, además de que se requerirá tiempo para que una economía sana se consolide, pero no hay de otra. Nuestros “progres” harían bien en asomarse a lo que está sucediendo en Perú y tomar buena nota de ello, en lugar de promover soluciones facilotas y demagógicas como esa del ingreso mínimo ciudadano. La semana pasada, el Senado estadounidense aprobó el tratado de libre comercio con Perú, algo que no pudo haber ocurrido en un mejor momento, ya que esa nación andina se destaca cada vez más en la región como una democracia de mercado exitosa. Más de cinco años de crecimiento sostenido (el país creció 8% el año pasado) están transformando la economía y esparciendo el desarrollo a regiones tradicionalmente marginadas. A diferencia de otros países en la región, tales como Argentina o Venezuela, que también están experimentando crecimiento alto, el desarrollo de Perú se caracteriza por la inversión y la creación de riqueza en vez de la redistribución o los meros efectos de los altos precios mundiales de las materias primas.

¿Por qué Perú tiene éxito? Porque a diferencia de otros países sudamericanos ha mantenido las reformas de mercado de principios de los 90, ha profundizado algunas de ellas y ha sostenido políticas macroeconómicas sólidas. Las políticas de apertura y estabilidad están rindiendo frutos. Cualquiera que haya visitado el Perú durante los últimos 15 años se da cuenta de las impresionantes mejoras en un sinnúmero de áreas de la vida nacional, incluyendo el notable progreso en los últimos años. Esa es la verdad y punto.

Un cambio en valores orientados más hacia la sociedad moderna también podría estarse dando a un paso lento. La mayoría de los peruanos apoyaron el TLC con EE.UU. La calidad del servicio y la atención al detalle parecen haber mejorado entre los trabajadores y administradores peruanos en una amplia gama de negocios. Mario Vargas Llosa recientemente señaló que ahora él está más esperanzado por el Perú, no debido a sus indicadores económicos positivos, sino más bien porque "algo profundo parece haber cambiado en la cultura del país. Habría que ser ciego para no verlo".
En su excelente libro nuevo, La Revolución Capitalista en el Perú, el conocido periodista peruano Jaime Althaus documenta detalladamente algunos cambios en la sociedad peruana. Las exportaciones tradicionales y no tradicionales están experimentando una bonanza, con las últimas aumentando a un ritmo mayor. Perú ahora se ha convertido también en exportador de software.
La clase media está creciendo. La brecha entre los ricos y los pobres y entre Lima y el resto del país también se ha reducido. Los aumentos en el ingreso han sido proporcionalmente mayores para los pobres que para los ricos.

Las empresas peruanas -muchas de ellas nuevas- han logrado éxito a nivel nacional e internacional, no sólo exportando al extranjero, sino también estableciendo fábricas y oficinas en otros países en áreas tan diversas como textiles, bebidas, minería, productos lácteos, ropa, banca y detergentes. Por cierto que algunas empresas peruanas han sido víctimas de nacionalización en la Bolivia de Evo Morales, idolazo de los “progres” mexicanos que está llevando aceleradamente a su país al desastre con su constitución sin consenso.

Amplias regiones de la costa peruana que han sido puro desierto por mucho tiempo se han vuelto verdes como resultado de la "revolución agroindustrial silenciosa", que también se ha dado en algunas partes del interior. El agro peruano ahora es diverso, abarca “desde azúcar hasta páprika y espárragos”, según dice el propio Althaus. El crédito personal como proporción del crédito total se ha triplicado en los últimos diez años y ahora constituye 24% del mismo. Las tiendas de departamento y otros negocios ahora regularmente atienden al sector popular. Centros comerciales inmensos han sido construidos y ahora prosperan en algunas de las secciones más pobres de Lima.

El Presidente Alan García, cuyo primer gobierno en la segunda mitad de los 80 fue pero que un cataclismo natural, está capitalizando este progreso y -hasta ahora ha resultado ser buen Presidente. Es un progre redimido que tuvo la virtud de aprender de sus errores. García se ha propuesto que el Perú crezca a niveles asiáticos durante muchos años. Él ha acusado a los burócratas y a los intereses especiales de obstaculizar importantes cambios en las políticas públicas que aumentarían el crecimiento y reducirían la pobreza. También ha hecho propuestas específicas para permitir la inversión privada en amplias zonas de la selva para exportar madera y para proteger más efectivamente a la región de aquellos que la talan ilegalmente; ha propuesto la titulación de grandes áreas de tierra para que aquellos con recursos puedan explotar las mismas; ha planteado que se aumente dramáticamente la inversión privada en la minería y en otros recursos naturales del Perú; ha propuesto que el Estado renuncie a su propiedad sobre activos que no usa y que renuncie a funciones que son mejor desempeñadas por otros. Y así sigue la lista.


A Perú le queda todavía mucho por hacer antes de que pueda ser declarado una historia de éxito. Pero el tratado de libre comercio ayudará porque le dará permanencia a la política comercial y la estabilidad de políticas y la competencia han sido la clave para el éxito peruano hasta ahora. Si Alan García avanza la agenda incompleta del Perú, por fin habrá empujado al país hacia la modernidad y será recordado no sólo como uno de los grandes presidentes del Perú, sino de Latinoamérica, en un momento crítico para la región.

sábado, 8 de diciembre de 2007

¡Bravo por la Reforma Electoral!


Las reformas al Cofipe recién aprobadas son, en general, un avance sustancial para la incipiente democracia mexicana, sobre todo porque nos pone al nivel de las principales democracias occidentales, donde con toda justicia se prohíbe a partidos y candidatos la compra de spots publicitarios en los medios masivos de comunicación con el propósito de equiparar las condiciones de la competencia, reducir la influencia de los medios (videocracia) y de los grupos de poder y evitar los derroches de recursos en las campañas. Esta es la evolución más trascendental que aporta de la reforma y sólo ella la justificaría plenamente, por mucho que les pese a los dueños de los medios y a los merolicos y comparsas que viven de ellos, como Leo Curzio, el otro Leo (Suckerman, así, con S), el caricaturista Calderón y Sergio Sirviento, entre varios otros.

Sin embargo, creo que la reforma se quedó corta en lo que se refiere a evitar la proliferación de partidos “patito” dirigidos por vividores y farsantes. El sistema de partidos mexicano es uno de los peores del mundo. Esto se debe, fundamentalmente, a que padecemos una injusta legislación electoral, la cual obliga a las organizaciones que aspiran a obtener el registro como partidos a efectuar pactos corporativos y a invertir ingentes cantidades de recursos para poder sacar adelante las asambleas que la ley les demanda. Estas reglas claramente inhiben la formación de organizaciones verdaderamente ciudadanas.

El problema de la legislación actual es que significa un fardo corruptor tan grande que es imposible desarrollar una organización verdaderamente independiente y ciudadana a partir de las absurdas reglas que impone. Los partidos pierden credibilidad y autoridad moral en el momento mismo en que acatan la necesidad de corporativizarse y de aceptar pactos con quienes habrán de financiar las asambleas. Esto lo sabemos bien quienes hemos participado en la formación de partidos. Nada es gratis, y toda “ayudita” representa un compromiso más o menos vergonzante.

Sobre el descrédito partidario las encuestas son más que elocuentes: si bien es cierto que hay una franja importante de la opinión pública que (se supone) está insatisfecha con los partidos actuales, también lo es el hecho de que es muchísimo mayor el sector que tiene una opinión muy pobre de los partidos llamados emergentes. Recuérdese que en las encuestas de valores publicadas periódicamente, los partidos y los políticos ocupan, invariablemente, un deshonroso último lugar de confiabilidad.

Y escribo, entre paréntesis, se supone, por que la realidad es que el presunto descontento con los partidos tradicionales no se ha traducido en un cambio drástico del sistema político ni en México, ni en prácticamente ningún país democrático. Mucho se quejan los ciudadanos, pero el hecho es que siguen o votando por los mismos, o premiándolos con la indiferencia de su abstención.

En México, el estigma que padecen los partidos emergentes tiene que ver, sobre todo, otro de los grandes defectos de la legislación actual: a los partidos se les otorgan cuantiosas cantidades de recursos públicos antes de las elecciones, y no a posteriori, como sucede en casi absolutamente todas las democracias del mundo, lo cual, como se sabe, hace que un partido sea un atractivo negocio para los dirigentes que organizan su fundación y un “modus vivendi” para una cantidad importante políticos de pacotilla que están en los partidos para eso y no para sacar adelante un proyecto político.

Aquí el proceso de formación de los partidos es al revés de cómo es y debe ser en un país democrático, donde para que un partido sea viable primero hay un acuerdo sobre plataformas programas e ideología, después se ponen de acuerdo en la organización interna, de ahí participan en elecciones y demuestran su presencia real en la ciudadanía (o su irrelevancia) y al último reciben subsidio público, en general como reembolsos de gastos de campaña. En México, primero es el acarreo para hacer las asambleas y obtener el registro, lo cual significa corporativismo e inversión económica (nunca desinteresada), de ahí viene el registro y el dinero. El proyecto político queda relegado hasta lo último.

Claro, es preocupante que se consolide legalmente el predominio de la oligocracia tripartidista. Otra reforma que falta es implantar un registro escalonado que abra la competencia a partidos nuevos (sin subsidio previo) y a las candidaturas independientes. Con este registro escalonado se facilitarían las condiciones para que los partidos pudieran participar en elecciones, pero NO SE LES DARÍA RECURSOS PÚBLICOS sino hasta DESPUÉS de las elecciones y exclusivamente a los que hayan demostrado una verdadera presencia nacional. Adiós “patentes de corzo” a los Dantescos, niños verde y Anayas de este mundo. Por otro lado, falta hacer una reflexión seria y honesta sobre las causas de porque el tripartidismo goza de cabal salud. Lo cierto es que la gente ha tomado esos tres referentes sin que nadie los obligue, 90% de los votantes los vota cada vez que hay que ir a las urnas. Los nuevos partidos no convencen a nadie y las candidaturas independientes son objeto del escarnio, entre otros, de los analistas. ¿Recuerdan la manera en que los “intelectuales” fueron los primeros en devorarse a Jorge Castañeda?

Si de verdad hay necesidad de un partido nuevo, este deberá surgir al margen del corruptos sistema de partidos, primer como una gran fuerza de opinión ciudadana que se vaya acreditando ante la ciudadanía mediante propuestas y programas, antes que cualquier otra cosa. ¿Se podrá? No sé. Pero de lo que estoy seguro es que con la actual legislación la formación de un partido verdaderamente ciudadano se antoja imposible.

Por otra parte, está el tema de las campañas negativas. Tratar de limitar las campañas negativas no es garantía de que vayamos a disfrutar en delante de una “panacea deliberativa”, pero puede ser un paso en la dirección correcta. Entre las causas objetivas de la denigración de la democracia están el encarecimiento de las campañas, el exceso de influencia de los grupos de poder, la presencia de medios de comunicación irresponsables y las campañas centradas en la denigración sistemática del adversario. Ríos de tinta de politólogos que van desde Weber a Sartori han denunciado estos fenómenos. ¿Por que ahora restarle importancia (sin vanagloriar) a un esfuerzo por combatirlos? Quizá el debate no gane en calidad, pero si protegeremos un poco más a nuestra frágil democracia.

Por último, queda el tema más polémico, el que llevó a la remoción del maguito Ugalde del IFE. Es deseable que los encargados de organizar las elecciones sean inamovibles de sus cargos, pero primero es menester judicializar la institución. Que desaparezca el IFE y que el Tribunal Electoral sea el responsable máximo del proceso, tal como sucede en Europa y América Latina.

Lo cierto es que los consejeros dizque neutrales han sido y son negociados por los partidos al calor de coyunturas políticas. Todos hemos sido testigos de cómo varios ex consejeros se alinean descaradamente al partido de sus amores poco después de abandonar su arbitraje. Creel, Zebadúa, Ortiz Pinchetti, Molinar fue hasta vocero del PAN. ¡Hipócritas! Es hora de revisar la conformación de este órgano. Los magos, sólo sirven para las kermeses ¿o no?

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Vampiro, putonsón o putín, pero Putin Rules.


¡Si serás bestia, Putíííín! ¡Renuncia, Putíííín! ¡Vete al carajo, Putíííín! Así se imaginaba Brozo en su noticiero del 40 -cuando todavía era chistoso- la reacción de los familiares de las víctimas del submarino Kursk frente al presidente ruso durante el funeral de Estado que se efectuó para despedir a los pobres marineros muertos por culpa de la incompetencia de sus comandantes. El accidente parecía ser el reflejó arquetípico de la irremediable decadencia de una ex súper potencia. Vladimir Putin llevaba apenas unos cuantos meses como presidente. Había heredado una compleja situación política y económica de manos de su antecesor, Boris Yeltsin. Sobraban entonces los analistas que comparaban la hiper inestable situación de Rusia con la de la Alemania de Weimar, con su multipartidismo exacerbado, aguda inestabilidad política, crisis económica crónica, comunistas al acecho y extremistas de derecha cada vez más pujantes.

Ocho años más tarde, tras dos administraciones de Putin, la situación es radicalmente distinta. Rusia es una de las economías “en despegue” más destacadas del orbe, junto con China, la India y Brasil (los BRICs, ya les dicen los tecnócratas), y el país está en paz. Claro, es la paz de los panteones, pero en paz a fin de cuentas. Ya nadie habla de una restauración comunista y se desvaneció el temor de ver entronizado al frente de la que, a fin de cuentas, sigue siendo una potencia nuclear a un “Hitler ruso” en la frenética personita de Vladimir Zirinovski. ¿Se acuerdan de él?

El siempre demacrado e inexpresivo Putin (hay quienes aseguran que es un vampiro chupasangre) ha consolidado su poder y aunque no vaya a reelegirse en las elecciones presidenciales del año entrante, nadie duda que seguirá siendo el mero, mero mandamás y señor de señores. ¡Eso! Que nadie dude que el otrora menospreciado Vladimir Putin convertirá la aplastante victoria de su partido Rusia Unida en las elecciones parlamentarias del domingo en un mandato para liderar el país más allá del fin de su período presidencial. Desde luego, las numerosas denuncias de fraude e intimidación de los observadores internacionales lo tienen definitivamente sin cuidado. El es popular en Rusia, un país, por otro lado, yermo en lo que se refiere a antecedentes, tradiciones y credenciales democráticas. Porque la convulsa historia rusa (esa que protagonizaron, entre otros querubines, Iván el Terrible, Boris Godunov, Pedro el Grande, Catalina y Stalin) está poblada de intrigas, asesinatos, traiciones, absolutismo, autoritarismo totalitarismo, pero en ningún lugar logran verse urnas, a me nos que estén debidamente “embarazadas” (los lectores mexicanos me entienden). Ahora, el principal problema para Rusia es qué cargo específico asumirá Putin para conservar el control..., ah y a que pelele elegirá como candidato a la presidencia de su PRI particular. El Oso Bruno apuesta por que Putin se hará nombrar primer ministro y que la balanza del poder en este muy particular sistema semipresidencial pasará a manos del jefe de gobierno.La realidad es que la inmensa mayoría de los rusos le dan a Putin el crédito de haber sacado al país del salvajismo y el caos social y político reinante en la década del 90, cuando la caída del poder soviético provocó la desintegración de la sociedad rusa. Es por eso que Putin, la verdad, pues muchos, que digamos, muchos incentivos para renunciar al poder pues…no tiene. Y menos ahora, país que florece con los ingresos procedentes del petróleo (casi a 100 dólares el barril, usted dirá) y la industria del gas.
Por otra parte, las elecciones del domingo determinaron la salida del Parlamento de todos los opositores liberales de Putin. Asimismo, una legislación más severa eliminó las candidaturas individuales, que antes permitían que los candidatos independientes pudieran ganar una banca. Y esta es precisamente uno de los aspectos que más llaman la atención de estas amañadas elecciones: el encono con el que los medios oficiales (todos) atacaron a los pobres liberales del bloque Yabloko, quienes no representaban absolutamente ningún peligro para Rusia Unida (tuvieron menos del 2% de los votos) pero, aún así, les pegaron con tuvo. Y es que así es de amargo el recuerdo que tienen los rusos los años del “capitalismo salvaje” de Yeltsin y sus tecnócratas. Toda la campaña de Rusia Unida estuvo enfocada a destacar las diferencias entre el caos de los “deleznables” (para los rusos) años noventa y la felicidad que ahora reina en la arcadia de Putin.
Desde luego, a uno como liberal no deja de preocuparle y desconcertarle tanto odio a las tan bonitas tradiciones liberales, pero también el verdadero liberal sabe alejarse de los fundamentalismos y hacer la crítica al propio liberalismo. En Rusia esto no funciona, y no funcionará váyase a saber por cuanto tiempo (¿Pasa lo mismo en América Latina? Es pregunta.).

Hay que decir en descargo de Putin que Rusia no es un Estado totalitario y la actual ruptura con Occidente no es todavía una nueva guerra fría. Eso sí, bajo su gobierno el Kremlin se ha apoderado del control de las industrias cruciales; ha extendido su control a las provincias más remotas de Rusia; instituciones nominalmente independientes, como las cortes judiciales, los medios de comunicación y el Parlamento, han perdido gran parte de su libertad. Putin también ha desafiado las políticas de Occidente y a acusado a Washington de autoritarismo en su política exterior, lo cual le acerrado mucha popularidad en los sectores la población añorantes de los días enj los que la URSS rivalizaba con Estados Unidos.
Ese es el punto. El buen resultado electoral obtenido por Putin sugiere que el pueblo ruso lo premió claramente en lo que se ha considerado un plebiscito sobre su popularidad. La gente parece estar satisfecha con la gestión, sobre todo por haber devuelto al pueblo ruso la autoestima que perdió tras la crisis de los noventa, además de que desde 1999, la economía rusa, empujada por el fuerte aumento de los precios de los hidrocarburos, creció un 70 por ciento en términos reales. Lo hizo con la ayuda de ingresos extraordinarios provenientes de las exportaciones de hidrocarburos que, en ese período, generaron unos 750 mil millones de dólares. En el exterior, si bien se reconoce que Putin ordenó a su manera a la antes desquiciada Rusia, existe una inocultable preocupación por el aumento del autoritarismo bajo su mandato, reflejado en una inusual acumulación de poder en torno del Ejecutivo, que está en manos de la llamada chekisti (agentes a las órdenes de los servicios de inteligencia), a la cual Putin no es ajeno por haber pertenecido a la extinta KGB (Comité para la Seguridad del Estado). Bastante incompetentes y burdos, por cierto, los servicios de seguridad, que han ahogado a sangre y fuego (sobre todo de los rehenes) los secuestros de centenas de personas en aquel teatro ruso y en aquella escuela en el Cáucaso, que asesinaron de manera vil salvaje en la que asesinaron a la periodista Anna Politkovskaya o en el asesinato tosco hasta la comicidad del disidente Alexander Litvinenko quien, en una operación digna del Súper Agente 86, fue radiado con Polonio 210 por un agente que dejó rastros radiactivos por todo Londres. Será putón, putonsón o putín, pero este presidente ruso, que además es medio bizco y tiene un aspecto patibulario, ha logrado iniciar una época que con toda seguridad será conocida por los historiadores como "la era del Putin".

lunes, 3 de diciembre de 2007

El Oso Bruno se Ríe...


...de Jorge Alcocer ¿Pero que necesidad había de hacer el ridículo, mi querido antecesor/sucesor en la dirección de Voz y Voto? Perdiste el estilillo por andar ambiciosillo. Deberías sostener a los cuatro vientos el buen razonamiento que varias veces en el pasado escribiste y djiste: el IFE es un Elefante Blanco y en México deberíamos hacer lo que hacen en casi todas las democracias que se respetan, crear la institución responsable de las elecciones seis meses antes de los comicios y cerrarla tres meses después. ¡Ah, pero que difícil es la congruencia cuando falta la inocencia! Te vimos en la prensa muy formadito haciendo cola con tu currícum al lado de chamanes, grillos desempleados y hasta actores de telecomedias , y todo para que te bateara tu queridísimo PRD en fea forma. ¿Pero cuándo aprenderás?


...del Mico...mandante Chávez Este jugador compulsivo perdío el derecho a la eterna reelección y a imponer su modelo de socialismo XXI como obligación constitucional. Bien por los venezolanos. Sólo falta que la pueril oposición que le ha hecho el favor a Chavez de hacer estupidez tras estupidez madure y sea capaz de articular un movimiento de respuesta ciudadana eficiente y serio. ¡Ya párenle a la cacerola y al victimismo cursi!


....de Dante Delgado y todos los partidos de la chiquitería, que llorando cual Magalenas van por los rincones por que a la mejor se les acaba el negociazo de formar coaliciones, lo que les ha permitido embolzarse un porcentaje del presupúesto público (mal) destinado a los partidos mucho mayor al que merecerían de acuerdo a su escasísima presencia real en el país. Lo que sigue sorprendiendo es la poca conciencia que hay en México de la necesidad de deshacerse de estas lacras, auténticos garitos de pillos y politiquetes de pacotilla que sólo medran con todo cinismo del tesoro público. Habría que iniciar una gran campaña nacional en contra de los partidos "patito". ¿Y si la financio yo con lo que te gane a Convergüenza en Conciliación y Arbitraje? Igual me alcanza.


...de Manuel Espino ¿Y que otra cosa se puede hacer, si el pobre perdió de todas, todas? No cabe duda que para ciertas cosas, y la vida del partido interna del gobierno es una de ellas, el presidente sigue siendo el presidente. Ah, pero no todo esta perdido para Espino. Si de presidente se trata, Espino tiene el suyo, faltaba más, y más grandote que el chaparrito Calderón. Ahora, Mr. Yunque podrá dedicarse tiempo completo a ser la mano derecha del PRESIDENTE....Fox


...de, bueno, claro que me encantaría decir que del "gober precioso", pero el muy hijo de puta es el que se anda carcajeando de todos nosotros ¡Vaya con el héroe de esta película!

sábado, 1 de diciembre de 2007

El Bufón del Rey Lear


Tras mi efímero paso por el PRD dejé por un buen tiempo de militar en partidos. El PRI siempre me repugnó y el PAN, pos, ¡Era la derecha!  Y yo, lector de la colección completa de Los Agachados de Rius, no podía acabar en la derecha. “Ya llegará el día, ese amanecer, en que surja una opción verdaderamente socialdemócrata”, pontificaba con mis amigos, “Socialismo, pero con libertad”. Y mientras llegaba la aurora rosa me dediqué a un sinnúmero de cosas, sobre todo a viajar, leer, escribir mis primeros libros de divulgación (esos que tanto desprecian los pseudointelectuales) y a trabajar un tiempo con Woldenberg, cuando éste se desempeñaba en el IFE como Consejero Ciudadano.

Pero el "gusanito" de la política seguía acosándome. Mi reincorporación a la vida partidista se dio de manera completamente inesperada, involuntaria e indeseable, ¡En el PRI!

Corría el año de 1995. Trabajaba yo con Woldenberg y su brillante equipo de colaboradores algo descontento porque no me alcanzaba el sueldo para cubrir mis obligaciones de responsable padre de familia. Además de ser un magnífico observador de la realidad nacional, Pepe Woldenberg es una gran persona, estupendo jefe y amigo, pero  percibía a Ricardo Becerra y Lencho Córdova algo “celosillos”. ¡Ese espíritu de clan que tienen los nexianos! Por eso, cuando Alfredo del Mazo legó a la dirección general del Infonavit no dude en irle a pedir chamba. Alfredo es viejo amigo de mis padres y me tenía aprecio, al grado que aceptó gustoso nombrarme como su “asesor político”. Así le di las gracias a Pepe y lo deje trabajar en paz con sus hijos putativos, esto dicho con todo cariño a Ricardo y Lorenzo, quienes son objeto de todo mi aprecio y admiración.

Estar cerca de todo un político tradicional a la "priísta" fue una aleccionadora experiencia. No me iba mal. Estaba yo fuera del estamento burocrático de la institución, me pagaban bien y el trato que me prodigó Alfredo siempre fue impecable. Mi labor era escribir discursos para la giras del director general a los estados y dar mis "agudos" puntos de vista sobre política nacional e internacional. No estaba yo destinado a ser el speech writer, pero un día Del Mazo estaba desesperado porque no le gustaban los textos de sus otros asesores y me mandó llamar. “A ver que nos sugiere, Pedro”, me dijo. Garabatee unas tonterías que terminaba con algo así como “la sociedad mexicana lo que demanda hoy es legalidad y democracia. Entendamos su anhelo. No la defraudemos”. Pues esta vacilada le encantó. “Ya ven, el señor tiene ideas frescas”, y desde entonces no me soltó.

Hasta me explicaron cual era “la regla de oro” de los colaboradores de Del Mazo: "Felicidades, Pedro, pero no te confíes. El licenciado es como el sol, si estás demasiado lejos te congelas, si te acercas demasiado te quemas, hay que guardar una sabia distancia”. ¡Válgame!

Amo la tragedia del Rey Lear, sobre todo el papel del bufón, único personaje que es capaz de decirle sus verdades a su majestad porque, bueno, es el bufón. En eso justamente me convertí al integrarme al círculo de Del Mazo. En las reuniones de análisis daba mi opinión sincera con un torno burlesco y sarcástico. Bueno, en realidad me limitaba a repetir las opiniones de la gente, los puntos de vista de la calle, aquellas críticas cada vez más severas dirigidas al gobierno y el PRI en la álgida época del Fobaproa, omitidas ante el licenciado por sicofantes y funcionarios menores para no molestarlo ni caer de su gracia. Nadie le llevaba la contraria al licenciado. Se acataban sus órdenes sin chistar y toleraban con estoicismo sus fuertes regañizas cuando no andaba de humor. Yo me reía.

Todo iba de lo mejor, pero llegó el momento fatídico. En 1997 se elegiría por primera vez mediante las urnas al jefe del gobierno de nuestra atribulada ciudad capital. El PRI comenzó a barajear el nombre de mi jefe como posible candidato. El licenciado nos reunió y nos preguntó “¿qué opinan ustedes sobre mi posible candidatura?”. Todos se apresuraron a dar complejas razones políticas, morales, históricas y estratégicas de porque Del Mazo debía aceptar tan ingente desafío. “Esto podría abrirle las puertas de la presidencia”, se atrevió a augurar uno de ellos”. “Y usted qué opina, Pedro”, me pregunta de repente. Todos pusieron cara de ¡A ver que dice el payasito! Y el payasito dijo “Piénsenlo bien, Licenciado, la verdad es que el PRI es sumamente impopular en el DF, Espinoza ha sido un pésimo regente y la gente no olvida aún el error de diciembre”. Y añadí con un poquitín de sorna "A ver si no lo llevan al baile, licenciado". En fin, cosas que a la sazón todo el mundo sabía, menos, al parecer, los politicazos priístas. Pues bien, a los 15 días ¡Candidato Habemus! y adiós al Infonavit. El Licenciado me pidió trabajar con él en la campaña con todo y mis "ideas frescas” y,  pos no me podía negar, yo no soy malagradecido.

Hasta credencial del PRI me dieron. ¡Chingao, bajo que cae uno!

Opté por de reír, qué más da, si para morir he nacido.  Como es bien conocido, la campaña fue un desastre de principio a fin. Yo me dedique a decir chistes y recorrer cantinas con mis cuates Bubu y Fito, que en aquel entonces todavía era divertidos. Fito conocía todas las cantinas del DF, hasta alguien sugirió ponerle el mote de "el Cantinas", cosa que el interfecto odió. De esa forma llegábamos a la oficina “jalaos” y a contar chistes bobos, que para ello me pinto solo. “Licenciado una buena noticia y una, digamos, no tan buena”, le dije un día a Del Mazo, “la buena es que en una encuesta usted tuvo 40% de intención de voto contra el 30% de Cuauhtémoc. La no tan buena es que la hicieron exclusivamente en este edificio con los empleados en su campaña”, y así, por el estilo.

Es obvio que me alejé de la campaña. Detesto el estilo priísita, la lambisconería, la disciplina a ultranza, el discursito hueco. Un día el coordinador de la campaña, un tal Gerardo "el socabón" Ruiz Esparza, me advirtió: “Pedro, te has alejado de la campaña y la gente se da cuenta. Tienes que involucrarte más. Piensa en el futuro”. Respondí “Gerardo, precisamente porque pienso en el futuro me alejo. Y si no, explícame una cosa, ¿para qué quiero yo ocupar un camarote de lujo cuando el barco se llama "Titanic"?

En fin. Siempre le dije la verdad a Don Alfredo las pocas veces que lo vi durante la campaña, "Señor su campaña es un desastre por que la hacen con la óptica priísta tradicional y la sociedad quiere otra cosa”, “señor va a perder las elecciones”, “señor usted perdió el debate porque equivocó la estrategia. Quiso ser Diego Fernández y usted no tiene ese perfil”, “Señor, no confíe en las cifras corporativas del PRI, el voto corporativo ya no existe”. En fin, nada del otro mundo, sólo lo que absolutamente toda la gente sabía que iba a pasar, menos los colaboradores de Del Mazo. Ese es el PRI.

Todas mis críticas a la campaña las publiqué en un artículo publicado en Etcétera un mes después de la elección bajo el nombre de “Manual de Qué No Hacer en una Campaña Electoral”, hasta lo citó Carlos Monsivais en alguno de sus textos (¿Eso es bueno?).

Alfredo del Mazo jamás se enojó conmigo por mis críticas y toleró de buen grado mi sangrón, bobo y, de repente, inoportuno sentido del humor. Tras la debacle electoral del 97 mantuvimos por años una magnífica relación, a veces profesional, la mayor parte del tiempo personal. Mucho lo aprecio y le agradezco. 

jueves, 29 de noviembre de 2007

La Contra-Democracia


Llegó a mis manos un libro que debe leer todo aquel que esté interesado en el devenir de la política. En el se condensa el drama de la democracia moderna: la gente cree en ella, pero no en aquellos a los que vota para que la representen, es decir, los políticos. Es un fenómeno a escala mundial. Pasado el período de los primeros cien días, la famosa “luna de miel”, comienza la desconfianza. Ellibro al que me refiero lo escribió el profesor Pierre Rosanvallon, y se llama La Contre-démocratie: La politique à l’âge de la défiance, estudia la función de la desconfianza en las democracias actuales. La obra, que ya suscitó polémicas, constata que en las democracias siempre ha existido tensión entre legitimidad y confianza. La primera la da el voto. La segunda es más invisible (se gana y se pierde, a veces rápidamente). Cuando esto último acaece, nace la “democracia de la desconfianza”, que se manifiesta, según el autor, a través de tres modalidades: 1) Los poderes de vigilancia. El ciudadano no se limita a votar. Ahora vigila a quienes ha elegido y, llegado el caso, denuncia sus “derrapes” hacia lo ilícito (affaires, negociados). La legitimidad social es más amplia que la electoral, porque pone en juego la reputación de una persona o un régimen. Es constante e implica un juicio permanente de las acciones de los gobernantes. El papel de centinela puede ser individual o grupal. Cuando hay una impugnación, siempre se busca que tenga trascendencia mediática. 2) Los poderes de veto. Conforman la democracia negativa o de rechazo, que se expresa no sólo en la expresión electoral periódica, sino en las reacciones permanentes frente a decisiones del gobierno. Pueden ser manifestaciones callejeras, cacerolazos, recolección de firmas, movimientos de opinión. Se proponen objetivos concretos (renuncia de un funcionario, retiro de un proyecto de ley) y permiten formar coaliciones heterogéneas y negativas, más fáciles de articular que las coaliciones positivas, que son las que buscan la realización de un programa. Según Rosanvallon, “la soberanía del pueblo se manifiesta así, cada vez más, como un poder de rechazo”. Los estudios de los politicólogos se centran, entonces, en quienes tienen más posibilidades de bloquear (veto players) las acciones gubernamentales. 3) La “juridización” (sic, o lo estoy traduciendo mal) de lo político. Los ciudadanos piden, cada vez más, a los tribunales aquellos resultados que ya no esperan obtener a través de las urnas. El juez va tomando importancia en la esfera política. Hay una preferencia por los efectos que puede producir el proceso judicial, como una estructura alternativa a la vía electoral. Se considera la sentencia como una forma superior a la votación, en cuanto a su aptitud de producir resultados más concretos y tangibles. Dice nuestro autor: “Al pueblo elector del contrato social se han superpuesto las figuras más activas del pueblo vigilante, del pueblo-veto y del pueblo-juez.”. Son “modos de ejercicio indirecto de la soberanía según formas no tratadas por las constituciones”. Rosanvallon habla de contrademocracia, que no sería algo contrario a la democracia. Se trataría, más bien, de una democracia de oposición o democracia de los contrapoderes. La contrademocracia es social, “es fuerza material, resistencia práctica, negatividad directa; es, en su esencia, cuestionamiento. […] Es, en cierto sentido, vida democrática en su forma más inmediata”. Se pueden aceptar muchos de los planteos de Rosanvallon, pero no todos. Así, por ejemplo, la elección del término contrademocracia, para englobar los fenómenos que analiza es desafortunada. Como dice Jacques Chevallier, lo que cuestionan las conductas estudiadas no es el principio democrático en sí mismo, sino, en todo caso, la lógica del sistema representativo. No hay contrademocracia, sino “contrarrepresentación”. Algo así como decir: “Creo en la democracia, pero no en los políticos”. Otra objeción: el llamado poder de vigilancia no puede ser calificado de ejercicio de un “contrapoder” no normado en las constituciones, por la sencilla razón de que todas las constituciones democráticas que merezcan el nombre de tales reconocen la libertad de expresarse, de controlar, de impugnar. El propio Rosanvallon cita a John Stuart Mill cuando éste afirma que, si bien es cierto que no podemos hacerlo todo, sí podemos, y debemos, controlarlo todo. Cuando se trata de los llamados poderes ciudadanos de veto, correspondería determinar con más precisión cuándo nos hallamos en presencia de verdaderas movilizaciones populares y cuándo, en cambio, sólo se trata de la acción organizada de pequeños grupúsculos de activistas, que, a la hora de la verdad electoral, revelan su patética escualidez. Precisamente, son algunos de estos grupúsculos los que a veces persiguen no sólo presionar a los representantes electos, sino impedir que ejerzan sus funciones (ejemplos: toma de rectorados, legislaturas, etc.), lo que resulta inadmisible. En cuanto al pueblo-juez, las propuestas de Rosanvallon –que propicia la creación de juicios por jurados que entiendan en el juzgamiento de ciertos delitos (especialmente los vinculados con la corrupción gubernamental)– son acertadas. Quizá muchas de las aspiraciones de los denominados contrapoderes puedan encontrar canalización en las vías (existentes o por crearse) de nuestra vieja y querida democracia representativa. Pero cuidado, porque algunos de aquellos que la cuestionan no quieren mejorarla, como procura Rosanvallon: lo que desean es destruirla.

martes, 27 de noviembre de 2007

El Oso Bruno será Pieza de Museo


MAN VERSUS NATURE


Bruno the Bear to Be Stuffed
Bruno, the brown bear that caught Europe's imagination in 2006, will find his final home in a Munich natural history museum.

DPA
Bruno shortly before his death.Bruno the bear, who vexed Alpine farmers and German authorities during his short life of celebrity last year -- and found himself martyred by hunters after wandering into Bavaria -- will be stuffed for posterity by a Munich museum.
The museum, called "Man and Nature," is part of Nymphenburg Palace, a summer castle and popular tourist attraction built by Bavarian royalty in the 1600s. Bavaria's environment minister, Otmar Bernhard, said Bruno would be presented there "with dignity."
"The bear won't be on display as some kind of toy, or as a brutal beast, but will be shown with other animals in a scientifically accurate context," he said.
Bruno's death was controversial, though. The brown bear rose to fame in May and June of 2006 by roaming the Alps from Italy to Austria and feasting on the occasional chicken or sheep. He crossed the German border in late May, where officials said he was the first wild bear seen in Bavaria since 1836. This detail caught the German public's imagination -- especially after the mass-circulation Bild Zeitung newspaper picked up the story -- but failed to appease local families and farmers, who lost not just livestock to the ravening bear but even, in one case, a pet guinea pig.

Bruno stole a total of about 30 sheep. He also overturned trash cans and had a run-in with a car. Bavarian authorities declared him dangerous and called in a Finnish team of professional hunters to tranquilize and trap him. But Bruno remained at large, and authorities finally allowed locals to hunt him. His death on June 26, 2006 made headlines across Europe.


The Italian government claimed Bruno as their property and demanded his carcass last March, but Bavarian officials left the body where it was -- in a freezer -- until they arrived at a decision about its fate.


The Man and Nature Museum hopes to have the bear stuffed by January and on display by spring 2008.

Haiku a la Muerte




Para Arraigarme a la Muerte Preciso


del Bambú el Sutil Acento,


de la Almendra el Dulce Aroma.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Citas de Noviembre: Humanity is Overrated



“Humanity is Overrated”, podía leerse en la camiseta del asesino finlandés que hace poco se cobró ocho vdas en la que fue su escuela. Un crimen de lo “más burdo, digno de Chánoc y, además poco original, ya que en Estados Unidos estas cosas son deporte, pasan casi cada fin de semana”, como seguramente opinaría Eloy Garza, a juzgar por su comentario sobre el parricidio de mi amigo Luis. Puede que tenga razón, pero eso lo le quita certidumbre a la leyenda en la camiseta del matón imitador: la humanidad está sobrevaluada.

En el material que habíamos preparado para el nonato Oso Bruno, la revista, habíamos hecho una selección de citas que incluía un párrafo magistral de HL Mencken, el magistral satirista norteamericano de quien ya hemos hecho suficiente apología y referencia en este poco leído blog. Dice este periodista, conocido y temido por su osadía irreverente y desmitificadora, en su libro Prontuario de la Estupidez Humana: “Dentro del reino de los animales el hombre es un producto chapucero y ridículo. Pocas otras bestias son tan estúpidas y cobardes como él. No hay otro animal que esté peor adaptado a su entorno. Todos los errores e incompetencias del Creador llegan a su apogeo en el hombre. El hombre es el único de los animales terrestres, aéreos o marinos, que es inepto por naturaleza para adentrarse en el mundo que habita. Debe vestirse, protegerse, fajarse, acorazarse. Su situación es eternamente idéntica a la de una tortuga nacida sin caparazón, un perro sin pelo, un pez sin escamas. Es el supremo payaso de la creación. Y sin embargo esta es la pobre bestia que nos invitan a venerar como si fuera una joya incrustada en la frente del cosmos. Este es el gusano que nos invitan a defender como si fuera el favorito de Dios sobre la Tierra, con sus millones de cuadrúpedos más valerosos, más nobles y más honestos: sus leones soberbios, sus leopardos ágiles y vistosos, sus elefantes imperiales, sus perros fieles, sus ratas intrépidas. Este es el bicho que nos exhortan a reproducir, con infinitas dificultades, penurias y gastos”.

Hay quienes manifiestan su rechazo o decepción con la raza humana imitando de manera burda a Bowling for Columbine, y hay quienes hacen frases como estas:

“A veces pienso que Dios, al hacer al hombre, sobrestimó sus capacidades”.
Oscar Wilde

“El mundo es una prisión donde el confinamiento solitario es preferible”.
Karl Kraus

“La mayoría de los seres humanos son tolerables en la medida justa en que no tienes que verlos.”
John Dryden

“Quien se desalienta ante la adversidad es un cobarde, pero quien mantiene la esperanza en la condición humana es un tonto”
Albert Camus

“La humanidad nunca resuelve sus problemas, sólo aprende a sobrevivirlos”
Soren Kierkegard

“Lo que los hombres más aprecian no son sus legítimos derechos, sino sus privilegios”
Berthold Brecht