viernes, 19 de julio de 2013

¡Italia no Merece a esa Ministra!


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Hace algunos días comentábamos en El Oso Bruno (y en el Diario Digital www.30dias.net) editorial de 30 Días sobre innumerables e ignominiosos insultos machistas que debió tolerar la ex primera ministra australiana Julia Gillard durante su gestión como jefa de gobierno. Pues bien, esos denuestos tan abominables se quedan cortos comparados con lo que la ministra de Integración italiana, Cecile Kyenge, debe enfrentar en Italia, un país otrora grande por sus aportaciones a la cultura universal pero que hoy es (des) gobernada por una caterva de bandoleros y patanes de la peor ralea personificados en la repugnante personita del “Cavalier” Silvio Berlusconi.

Desde que Cecile Kyenge fue nombrada la primera ministra de raza negra el pasado abril, esta política de origen congoleño ha tenido que soportar denigrantes apodos xenófobos y sexistas como “orangután congoleño” o “integrante de la república de bonga bonga”. Ambos comentarios provienen de miembros de la Liga del Norte, una organización populista de lo más pedestre surgida a finales de los años ochenta en las regiones norteñas italianas que desde su fundación se ha caracterizado por su racismo y por incitar el odio a todo lo que no “piensa” como sus impresentables militantes y líderes. Más grave fue la declaración del senador Roberto Calderoli, también de la infame Liga Norte y (por añadidura) vicepresidente del Senado, quien afirmó que afirmaba que Kyenge “estaría mejor trabajando como ministra en el Congo, ya que pretende imponer en Italia sus tradiciones tribales”. Para redondear la diatriba, este remedo de legislador hizo una comparación entre los rasgos de Kyenge y los de un orangután: “Cuando veo fotografías de la susodicha ministra no puedo evitar pensar en los rasgos de un orangután”. Sobre el particular, no resisto decir que después de ver la cara anodina y algo idiotizada de Calderoli no pude pensar sino que el senador no está para criticar las apariencias de nadie. Y aquí no acaba la cosa una ¡mujer! dirigente regional de la Liga Norte, una tal Dolores Valandro, escribió un mensaje en Facebook expresamente se preguntaba: “¿Por qué no viola alguien a Kyenge para que pueda entender cómo se sienten las víctimas de estos horribles crímenes?”. Con ello, Valandro hacía alusión a que la mayoría de los asaltos a mujeres en Italia provienen de inmigrantes. Y el linchamiento verbal no acaba en los políticos, las redes sociales italianas  han sido una plataforma de duros ataques contra la ministra italiana de Integración escritos por una buena cantidad de ciudadanos italianos “de a pie”.

 

Kyenge, ha reaccionado con inteligencia y clase. No pidió la renuncia de Calderoli, sino que pidió a todos los políticos que “reflexionen sobre el uso de la comunicación”, puesto que sus palabras “pesan”, especialmente aquellas dichas por los políticos de más alto rango. “deberían darse cuenta de que hablan representando a los ciudadanos y a Italia y que dan al país mala fama con este tipo de incidentes”. A la pregunta que le hizo en una entrevista la Deutsche Welle de si consideraba a Italia un país racista, la ministra, cautelosa, respondió: “Es una pregunta difícil, pero yo siempre he dicho que, pese a todo, Italia no es un país racista sino una sociedad que necesita saber más sobre inmigración y el valor de la diversidad. Quizás lo que más nos falta es una cultura de la inmigración. Solo después de que el país haya progresado en estos ámbitos podremos juzgar si es racista o no. Además, en todo caso hay que comprender que el fenómeno de la inmigración en Italia es relativamente nuevo, en comparación con otros países europeos. Recuérdese que en 1990, el porcentaje de extranjeros en la población italiana era de aproximadamente un 2 por ciento. A día de hoy ha aumentado a un 7.5 por ciento.”

La estatura moral y política exhibida por Kyenge demuestra que por lo menos uno de los estúpidos comentarios hechos con el propósito de denigrarla tiene algo de razón: ella debería ser ministra en el Congo y no en Italia, pero porque Italia sobradamente en los útimos años  ha demostrado ser una democracia en franca decadencia que no merece tener en su gobierno a una persona de tan alta categoría. Italia lo que merece es a Silvio Berlusconi, ese su espejo, un individuo chabacano que  no tiene miedo ni vergüenza en exhibirse como un vulgar machista e ignorante, un cínico que disfruta sin pudores de la corrupción y que es un fanfarrón de antología.

Berlusconi encarna una especie de versión caricaturizada del ideal de vida italiano. Y, justamente porque es una caricatura se le permiten ciertas exageraciones. Los italianos lo escuchan, lo observan en la plenitud de su vulgaridad y quedan encantados. Se ven en él. No merecen más.

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