miércoles, 9 de septiembre de 2009

¡A amarrase el cinturón, cabrones!


Ayer fue uno de esos días que hacen las delicias de los satiristas, y es que pocas cosas son tan inspiradoras para quienes nos dedicamos a burlarnos de nuestras desgracias y de las ajenas que cuando la realidad rebasa cualquier ejercicio de la imaginación y nos da estupendas muestras del humor negro más fino y contundente. Eso lo vimos ayer en México cuando el rubicundo Carstens nos convocó a apretarnos el cinturón y, además, nos anunció que se cobrará un impuesto contra la pobreza que deberán pagar primordialmente......¡los pobres! ¡Sencillamente genial! ¡Un garbanzo de a libra en la historia universal de la sátira y del humor negro, mejor aún que la propuesta Swiftiana de comernos a los niños pobres o aquella genial de Abel Quezada de acabar con la pobreza....fusilando a los pobres!

Ahora bien, ayer el PAN enterró cualquier pretensión que pudiera seguir teniendo de ser un partido medianamente liberal. Se trata de una organización de conservadores y mochilenques sin idea alguna de como hacer funcionar una economía de verdadero libre mercado, carente de ideas de como impulsar en México la iniciativa individual de los ciudadanos, absolutamente medrosa ante la presencia y poder de los monopolios económicos y de poder, y mera continuadora de los lugares comunes y malas prácticas estatistas heredadas de 71 años de mala administración priísta. ¿O me equivoco, Tigrío?

Como buenos conservadores, los panistas (al igual que el dinosaúrico PRI y los ultraconservadores de nuestra "izquierda") creen que se deben aumentar impuestos para bajar los niveles de pobreza, planteamiento absolutamente falaz que ha sido una y otra vez refutado por la práctica. Lo que en realidad produce una alza de impuestos es más pobreza. Los únicos que se benefician con el alza son los expertos en evadir (los ricos, casualmente) . ¿Saben una paradoja?, más ganarían los pobres con la desaparición de ese monstruo burocrático que es la SEDESOL que con un aumento de 2% que irá irremediablemente a parar a los derroches de nuestro ineficaz Estado.

Por que eso es ha sido y seguirá siendo el Estado mexicano: un ente asaz ineficiente en todas las áreas en las que interviene. Un gobierno verdaderamente de vanguardia, un genuino reformador, un paladín del progreso, un liberal auténtico lo primero que haría es corregir la ineficiencia de los entes públicos antes que aumentar los impuestos, acción que de nada vale más allá de empobrecer más a (casi) todo el mundo, en particular a lo que quedan de las clases medias.
Sí, ya sé, no va a pasar nunca, así que riámonos del humor negro -involuntario, sí, pero de estupenda factura- que nos ofrece el señor Carstens.

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