lunes, 17 de agosto de 2009

La gazmoña y torpe derecha española


Hablábamos en el post anterior de lo anodinos que son los políticos alemanes. Pues bien, los españoles son pedestres. De quinto patio se ha convertido la política española. En las últimas semanas se ha establecido un duelo ridículo de descalificaciones y ofensas que sonrojaría al más pedestre de los mecapaleros. ¿Dónde quedaron políticos de altura del tipo de Adolfo Suárez y Felipe González? Vamos, tan grave es la cosa que hasta el antipático de Aznar se hace extrañar. Hoy se escuchan cosas como que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero es una "dictadura" del tipo del orangután Chávez y que Mariano Rajoy es el "padrino" de una mafia política. Ambas afirmaciones provienen de legisladores y funcionarios españoles ávidos de hallar los términos más vejatorios, con el solo fin de lastimar la imagen de unos adversarios que a poco se encuentran ya de transformarse en enemigos.

Los cruces verbales son ya una rutina diaria en España. Al calor de la crisis económica más profunda desde el retorno de la democracia a este país y de los escándalos de corrupción que golpean indistintamente a sus dos principales partidos, el intercambio de ideas, propuestas y críticas entre socialistas y populares parece haber dado lugar a un ida y vuelta de insultos, amenazas y caricaturas agraviantes. Y si bien no existe una fecha precisa del inicio de este intercambio, sí se puede hablar de un "epicentro" capaz de explicar y resumir la gravedad de los actuales temblores: las denuncias de la secretaria del PP, Dolores de Cospedal, acerca de presuntas escuchas telefónicas del gobierno a funcionarios de su partido, no investigados por corrupción. Ese es el punto alrededor de cual circulan todas las controversias.

Quizá animada por la exoneración judicial parcial de su correligionario Francisco Camps, cara visible del que es conocido como “el caso Gürtel”, la dirigente popular arremetió contra el gobierno de Rodríguez Zapatero. Lo acusó de haber instaurado en España un "Estado policial" cuya meta sería "utilizar a las instituciones, a la fiscalía general, a la policía judicial, a los servicios del Ministerio del Interior y al Centro Nacional de Inteligencia" a la merced de los más elevados funcionarios del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). El problema es que esta chaparrita no presentó prueba alguna de sus graves afirmaciones. Eso sí, el victimismo de los populares ha llegado al extremo de que sus dirigentes amenazan con apelar a las mayores instancias europeas para denunciar la “persecución “de la que son objeto.

El amplio espectro y calibre de este ataque, sin precedente desde la restauración democrática, que Cospedal cree hoy "en grave riesgo", motivó la reacción visceral del oficialismo, que, sin poder ignorar el tenor de estas declaraciones, optó, a través de sus voceros, por pedirle el retiro de la vida política a la enconada dirigente, por su parte, y muy a pesar de las potenciales heridas judiciales y políticas que las declaraciones de Cospedal pueden provocar, los representantes más encumbrados del PP prefirieron hacer caso omiso de los tibios llamados a la cordura que se escucharon por estos días. Y decidieron redoblar la embestida contra el PSOE con el visto bueno de su resistido líder, Mariano Rajoy.

Así, cuando las declaraciones de Cospedal aún recalentaban la atmósfera nada vacacional de este atípico agosto, otro funcionario popular, el ignoto vicesecretario nacional para Asuntos Territoriales, el siempre rijoso Javier Arenas, calificó públicamente de "dictadura" al gobierno de Rodríguez Zapatero por "perseguir a la oposición" y "crear un clima político irrespirable" en el país.

Este segundo agravio encontró en el PSOE otra respuesta instintiva que volvió a colocar a esa fuerza política a la rasante altura de lo que alguna vez había sido un debate. Por su parte Fátima Aburto, diputada socialista por Huelva, llamó "loro" a Arenas mientras otros de compañeros de partido no dudaron en llamarlo "canalla" y en señalar a Cospedal como una mujer que sobresale por su "altanería, gallardía y prepotencia".

Sobre todo, extraña que los populares, quienes deberían de gozar de una abrumadora ventaja en las encuestas dada la mala gestión de Zapatero ante la crisis, se abracen de estas nimiedades para crear polémicas tan rijosas como improductivas. ¡Qué cierto es aquello de que la derecha española es una opción política gazmoña, atada a un conservadurismo aldeano! Mi compadre el tigrío, destacado ideólogo panista (el único, quizá), me comentaba hace poco de un libro que está leyendo en donde ponen como cuero de cochino a la derecha española “La Derecha contra el Estado”, me dijo que se llama, por excesivamente conservadora, aldeana e insustancial, adjetivos por cierto que le quedan como anillo al dedo a nuestro PAN. Los socialistas españoles podrán ser un desastre por su frivolidad y señalada incompetencia, pero la oposición está hundida en el fango.

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