Hace ya unas tres semanas yo, que en tantos partidos he estado y tan bajo he caído en mi surrealista pseudo carrera política, asistí por primera vez en mi vida a un acto eminentemente panista. Se trataba de la presentación de un libro de ensayos escritos por dirigentes panistas de distintas generaciones y supuestamente recopilados por el más viejo y respetable de ellos, Luis H Álvarez, (90 años) y ese muchachito al que piensa imponer el mediocre presidente que tenemos al frente del PAN: Cesarito Nava. El único presentador no panista (¿todavía?) era Jorge Alcocer, quien atentamente pidió a los panistas “Salirse ya del confesionario”. El otro presentador de lujo fue mi amigo Alonso Lujambio (apodado por algún gandalla como “Alsonso Locambio), quien exhibió sin pudor alguno (qué bueno) sus aspiraciones presidenciales. Reitero el gusto que me da que este valioso intelectual esté en la lista de posibles candidatos de los azules para el 2012, pero urge enseñarle un par de trucos para cuando sea candidato como, por ejemplo, hablar al público en lugar de a los miembros de la mesa de ponentes cuando participe (como fue el caso) en una presentación o en algún mitin multitudinario. No mantener constantemente la cabeza gacha, tratar de leer lo menos posible y despojarse de uno que otro prurito de académico también le ayudaría mucho. En fin, a mi cuate Alonso se le cocián las habas -según dijo- para desmentirle a Alcocer su observación “El PAN jamás saldrá del confesionario porque jamás ha estado él”, sentenció este ex árbitro electoral que, de pasada, confesó que su vocación panista “me viene de la cuna”.
¡Lástima que Alcocer no tuvo la oportunidad de réplica, y mucho peor que a los presentes no nos dieron la posibilidad de intervenir con preguntas! Porque de haber podido, este oso le hubiese entonces suplicado a su amigo presidenciable que eso mismo se lo acarara al mochilenque Calderón y Sra., quien en la inauguración de aquel Encuentro de Familias de tan infausta memoria, o con aquella estúpida declaración contra los ateos estuvo muy lejos de respetar al Estado laico que pretende (mal) encabezar; o al lamentable gobernador de Jalisco con su ya famosa limosna millonaria a favor del templo de los “santos cristeros”; o que le llamara la atención a Chente Fox, que lo primero que hizo como jefe del Estado mexicano fue ir a darle las gracias a la virgencita de Guadalupe; o a tanto gobernador y alcalde panista quienes insisten en ostentar militancia católica en el desempeño de sus puestos públicos. No amigo Alonso, hasta la fecha no he visto al, según tú, “liberal y laico” Partido Acción Nacional protestar por estas grotescas manifestaciones que atentan de manera flagrante contra el Estado laico. ¿O ustedes sí, amigos lectores?
Por otra parte, ese día salí horrorizado ante la inocultable mediocridad de César Nava. “¿Qué tiene Calderón en la cabeza? Este menso los va a acabar de hundir”, le comenté a un tigre amigo mío. El señorito no sirve para nada. Dio aquel día una exposición lamentable se limitó a pronunciar más vulgares lugares comunes sin esbozar ni una sola vez una visión, idea o propuesta sobre en donde considera él que está hoy el PAN y hacia donde debe avanzar, y esto sólo a unos días de la debacle electoral azul. ¡Vaya orfandad de líderes que tenemos en todos los partidos, y vaya con el enano envidioso, pusilánime y acomplejado que nos gobierna, quien sólo sabe recurrir a personajes aún más deleznables que él para desempeñar la labores políticas primordiales de este calamitoso país con tal de que nadie lo opaque.
1 comentario:
El Tigre Aguilar?
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