El PRI, como la mala hierba, nunca muere. Será milenario. Muchos ingenuos optimistas (¿hay de otros?) pensamos que con el triunfo del tarugo de Fox asistiríamos a la lenta, pero segura, desaparición de la porquería, atosigada por encarnizadas disputas internas y por la carga de su inmenso e inapelable desprestigio. No fue así. La cochinada cumplió a cabalidad 80 años y es testigo de como sus adversarios calcan al detalle todas las horrendas características de la "cultura" política priísta: la corrupción, el clientelismo, el corporativismo, las lealtades y connivencias como forma de ascenso político, la lambisconería, la mediocridad exlatada, etc. Hoy las encuestas más serias (Consulta Mitofsky y María de las Heras -¿De las Heras es seria?-, que no la de mi cuate De La Peña que hace para GEA) coinciden en que está en inmejorable posición para recuperar la mayoría en la Cámara de Diputados en las legislativas del próximo 5 de julio y, tres años después, ganar las elecciones presidenciales. ¿Qué significa que en su 80 aniversario el viejo partido corporativista esté de nuevo en el umbral del poder? Ricardo Alemán señala que el PRI puede ganar las próximas elecciones porque es más que siglas y colores patrios. El PRI, dice, es una cultura nacional que colonizó todo el sistema de partidos con lo más cuestionable de sus prácticas antidemocráticas. "El PRI es el único que sin pleitos practica pinceladas de democracia interna. No se divide, no pelea, no da espectáculos por luchas internas de poder; tampoco toma carreteras, ni asalta tribunas, no ocupa por la fuerza el paseo de la Reforma y la plaza del Zócalo. No insulta al presidente Calderón, ni se niega al diálogo. Para una mayoría, es símbolo de estabilidad", escribe Alemán en el diario "El Universal". Agrega el comentarista que, en contra de lo que se creía hace 10 años, "el PRI representa la estabilidad política, económica; la gobernabilidad, las reformas, la seguridad…". Creo que tiene razón. ¡Qué Horror!
Durante 73 años el PRI ha sido símbolo de corrupción, trampa, engaño, fraude y mil trapisondas más. Por ello, a muchos mexicanos nos revuelve el estómago que sea el favorito para ganar los comicios que renovarán la totalidad de la Cámara de Diputados. Aunque, desde luego, la oposición para nada es mejor. El PAN, con su perenne alianza con la Iglesia católica, ha demostrado una inapelable inptitud estos ocho años de mal gobierno, y del PRD con su vesánico mesias, ni hablar En todo caso, lo que la oposición ha demostrado es su estupenda aplicación en repoducir la "cultura priísta" tal y como ya decíamos.
Olvidado parece estar el ridículo de Roberto Madrazo, que registró para el PRI milenario los peores resultados en toda la larga y truculenta historia . De nuevo se escucharon alguna voces que insisían en dictar las necrológicas del partidazo glosando su enterramiento, Nada de eso. El PRI supo mantenerse como fuerza decisiva en el Congreso y recuperar palmo a palmo las posiciones de gobierno, sobre todo en los gobiernos estatales y municipales. De hecho mantiene el control de la mayoría de las gobernaturas y domina en buena parte de los congresos locales y un número importante de municipios. Después del 2000, ha ido ganando las elecciones locales en 18 de los 32 estados del país. De hecho, en 14 estados nunca ha habido un gobernador que no haya salido de las filas del PRI. ¡¡Suertudotes que son!! Además, se ha dado el lujo de recuperar de las garras parareligiosoas del PAN Nuevo León, Chihuahua, Yucatán y Nayarit, . Estos triunfos le permiten al estercolero éste mantenerse como la fuerza con mayor presencia en todo el territorio nacional gracias a que parece ser más una maquinaria para acceder a posiciones de poder (una maquinaria eficiente) que un partido sólido.
Por unas u otras razones (todas malas, debo decirlo) buena parte de los mexicanos siguen votando al PRI. Así de inteligentotes somos. El PRI se ha erigido como partido bisagra, es "el fiel de la balanza"; el PAN y el PRD son incapaces de sacar adelante una sola ley sin el apoyo del PRI y de caballeros tan cabales como Manlio Fabio y Emilio Gamboa. Quizá la más justificable razón de que esta cochinada (que no cochinero, ese el el PRD) siga vivita y coleando se encuentre en la percepción fallida de la alternancia en el poder. Ante los pocos cambios estructurales logrados con los mediocres gobiernos del PAN, sectores de la ciudadanía creen que tan mala es Chana como Juana. ¡Y vaya si tienen razón! Los triunfos del PRI en elecciones estatales y municipales indican que, ante la actual incertidumbre política, económica y social, los mexicanos optan por un partido que les inspira seguridad y les ofrece estabilidad, manque sea el pinche PRI. No falta el tarugo que dice "El PRI sabía gobernar, robaba, eso que ni que, pero abían lo que tenían entre manos; con Calderón parece que hay más descontrol, éstos roban y encima son re pendejos pa gobernar". Ante la incapacidad del gobierno del PAN para ofrecer respuestas a los complejos problemas que enfrenta México, muchos extrañan a los priístas porque al menos tenían "oficio" político". ¡Háganme el chingado favor! ¿Qué será eso del oficio político. Quizá lo que sucede es que los mexicanos padecemos una especie de síndrome de Estocolmo colectivo: los antiguos victimarios ya no parecen tan malos. Hay hasta quien dice que ahora ahora las mordidas son más altas porque son más honrados, como dice Jorge Zepeda Patterson, director del diario "El Universal", donde tiene que liar con Ricardo Raphael.
Tambien hay que decir que la resurrección del PRI ha sido otras de las aportaciones de la vesanía de López Obrador. El comentarista Jorge Fernández Menéndez ha llegado a decir e "la verdadera fuerza del PRI se llama López Obrador, quien le devolvió los votos que le había quitado en 2006". Los sufragios de lo que se podría denominar centroizquierda se están moviendo hacia el PRI asustados ante la inabarcable locura de AMLO. Mientras éste demente incita a la guerra de clases y amenaza con resistencias civiles pacíficas, el PRI, con su "oficio político" está haciendo su tarea, cumple sus objetivos y no sólo ha logrado buenos resultados sino el control de la agenda del Congreso, lo que le otorga un amplio margen de maniobra que se refleja en el campo electoral y en los acuerdos en el legislativo.
Y todo esto sin la más mínima necesidad de presentar al electorado la imagen de un partido renovado. ¿O quien piensa que personajetes como Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones, son prototipos de un cambio de imagen, de un partido renovado moderno y democrático? son los mismos viejos caciques de antaño. Beatriz Paredes, presidenta del PRI, lleva toda su vida ocupando cargos de todo tipo. "Astroboy" Peña Nieto, favorito para ganar la presidencia, va delante en todas las encuestas sin haber expuesto una sola idea nueva (o vieja) y sin presentar una plataforma de cambio. La popularidad de Peña aumenta con la difusión por televisión de anuncios en los que repite lo mismo que hicieron los presidentes del viejo régimen: inaugurar obras y presidir mítines. También le ayuda, y mucho, que su novia sea la guapa actriz Angélica Rivera, estrella de la popular telenovela "Destilando amor".
Si esa es la capacidad de análisis del elector medio mexicano, entonces merece mil años de PRI