jueves, 21 de noviembre de 2013

Insisto: ¡Qué Mal me cae Elena Poniatowska!


 
 
Sin dejar reconocer, antes que nada, que la Noche de Tlatelolco y Fuerte es el Silencio son dos documentos extraordinarios que mucho me ensañaron y emocionaron  en pasadas etapas de mi vida (aunque dudo muchísimo que por sí mismos den para un Premio Cervantes de Literatura), quiero reiterar aquí lo que ya he dicho en otras redes sociales: ¡Qué mal me cae Elena Poniatowska! Respeto a quienes aprecian su obra (muchísimos muy queridos amigos míos, entre ellos) pero más allá de los presuntos y muy, muy cuestionables méritos literarios la figura pública que ha creado Poni es aborrecible. La señora es la exaltación viva de la "pose", la pedantería y el esnobismo izquierdista. Se ha convertido en la quintaescencia del intelectual "progre" latinoamericano que esencialmente maniqueísta, manipulador, reduccionista e hipócrita, contaminada de esa actitud política de presunta superioridad moral de quien divide al mundo entre "yo y quienes piensan como yo, los buenos, y el resto del mundo, los malos", indigna de quien se asume como una intelectual crítica. Pero sobre todo hipócrita. La princesita siempre ha vivido bajo la sombra del poder jugando a la disidente
¡Ay, y esa antipática pose de progre a ultranza!

De su literatura no quiero hablar mucho porque allá cada quien sus gustos, pero en lo que a mí respecta más allá de ciertos rescatables pasajes de algunas de sus novelas lo demás es completamente prescindible. En todo caso, algo anda mal en el mundo cuando se prefiere premiar con el máximo galardón de la lengua española a una “escritora comprometida” sobre la obra de un escritor extraordinario y portentoso como lo es Fernando del Paso.

Hace algunos años surgió una polémica enorme cuando el Cervantes se le otorgó al refunfuñón conservador, pero magnífico escritor y, ese sí, mago de la lengua española, Francisco Umbral. Toda la progresía española y los campeones de la corrección política se incendiaron en hogueras de indignación. Hubo protestas de todo tipoy hasta se habló de un  presunto “empobrecimiento cultural del Partido Popular que intenta manejar y desmantelar el mundo de la cultura con mayúscula”. Se acusó al premio de estar “politizándose”. Por eso al llegar el PSOE al poder se tomó la decisión de dizque “despolitizar” el Premio Cervantes. Se corrigió el hecho de que el Jurado estuviera integrado al caso 80% por miembros elegidos por el Gobierno. Hoy que se premia a una “escritora comprometida” (pero, eso sí, muy de izquierda) sobre una gloria de nuestras letras cabe preguntarse qué tan exitosa fue esta supuesta labor de “despolitización”. 
 

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