lunes, 6 de junio de 2011

Las lecciones de Vargas Llosa


Mario Vargas Llosa ha dado, nuevamente, una valiosa lección de civismo, ponderación y rechazo a sectarismos con su postura ante los comicios presidenciales que se celebraron ayer en Perú. Aunque sin entusiasmo, Vargas invitó a sus paisanos a votar por Ollanta Humala al identificarlo como "la opción menos mala" y advirtiendo que el la de Keiko era una opción que implicaba el riesgo de volver a la extrema corrupción y autoritarismo que caracterizaron las infames gestiones de su padre Albert Fujimori. Es cierto que Ollanta es un personaje que inspira a los demócratas poca confianza en virtud al furioso discurso populista y a su cercanía a Chávez exhibidas en la elección presidencial de hace cinco años, pero en esta ocasión Ollanta supo metamorfosearse auxiliado por asesores  brasileños enviados por Lula. El candidato de izquierda supo moderar radicalmente su lenguaje y propuestas, se alejó ostensiblemente del satrapilla venezolano y prometió no variar el exitoso curso liberal de la economía que ha seguido Perú en los últimos años, aunque anunció ponerle un necesario acento social. Fue así que ´pudo presentarse como el mal menor frente al andamiaje poderoso y corrupto del fujimorismo. Por cierto que En méxico AMLO debería tomar nota de la transformación de Humala. ¿Sabra hacerlo? Lo dudo.

Vargas se comprometió a fondo con la campaña para evitar el triunfo de Keiko (nombre de ballena, ¿o no?) en los álgidos días previos a los comicios, mismos que vieron un crucial repunte de Ollanta , quien estuvo en desventaja durante varias semanas luego de la celebración de la primera vuelta electoral. Por eso no es descabellado afirmar que el apoyo de Vargas fue clave para a consecución de este resultado electoral

Vargas, intelectual orgullosamente demócrata y liberal, se negó a apoyar a la candidata que más garantías ofrecía al libre mercado y apoyó al aspirante ubicado más a la izquierda  porque se negó a atrincherase en catabones ideológicos y se dejó llevar por sus  firmes convicciones democráticas. Ojalá muchos de sus furibundos crítiticos de la progresía latinoamericana aprendan la lección que hoy les da el genial autor de Conversación en la Catedral.  Por cierto que también le dió una lección a los pudosos anulistas. Ah, y ojalá Ollanta no termine por dejarse arrastrar por desvaríos populistas y gobierne para el crecimiento económico y el genuino desarrollo social del Perú.

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