Las elecciones de medio término de ayer supusieron, es cierto, un fuerte revés para el presidente Obama, pero también salió derrotado el sector más duro del llamado Tea Party y su más reconocida abanderada, la tontuela de Sarah Palin. Las derrotas de las ultraconservadoras sociales Christine O'Donnell en Delaware y, aún más significativa, la de Sharron Angle en Nevada son muestra de que los sociaconservadores radicales tienen sólo una fuerza limitada. O'Donell es esa candidata que tantas burlas provocó por creer en la brujería, promover la enseñanza del creacionismo en las escuelas públicas, denunciar la masturbación y asegurar en un debate frente a su adversario demócrata que la división enre la iglesia y el Estado no está consagrada en la constitución de Estados Unidos. Angle, entre otras cosas, opina que Estados Unidos debe retirarse de la ONU por ser esta organización un "bastión de ideas liberales" además de que se dedica a promover "ideas pseudocientíficas fraudulentas tales como el calentamiento global". La derrota de esta señora fue especialmente dolorosa anoche para los republicanos en virtud a que ella retaba al muy impopular líder de la mayoría demócrata en el senado, Harry Reid.
Aunque, evidentemente, estas absurdas posturas ultras reflejan la forma de "pensar" y de sentir de un sector significativo del electorado norteamericano, me parece que dicho radicalismo demostró ayer no tener la fuerza para imponer una agenda nacional. Por mucho que la mala prensa progre y los opinadores chafas y superficiales del tipo del hijo de Krauze hayan querido caracterizar a todo el Tea Party como una banda de fanáticos ignorantes, lo cierto es que sus dos candidatas más identificadas con esta corriente de "pensamiento" chauvinista y cercana a la derecha cristiana fueron claramente derrotadas, mientras que los dos candidatos más representativos de las ideas económicas antiestatistas y libertarias salieron victoriosos por amplio margen y seguramente ganarán mucho terreno mediático en los próximos años. Me refiero a los flamantes senadores Marco Rubio y Rand Paul.
Sarah Palin y los ultras fueron, junto con Obama, los grandes derrotados de anoche.
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