Las ridículas celebraciones del Bicentenario sólo hicieron crecer aún más la figura histórica de don Porfirio Díaz. ¡Qué pena que en cien años si México cumple su tricentenario (repito la condicional: si los cumple) todavía estén presentes obras e instituciones del Centenario y nadie pueda ver absolutamente nada del bicentenario!
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