Hungría y Polonia son desde hace años un dolor de
cabeza para la Unión Europea debido al surgimiento de dirigentes populistas
dedicados a socavar la democracia en pleno corazón del viejo continente. Ambos
países tenían paralizadas las
negociaciones para aprobar tanto los presupuestos europeos para los próximos
siete años como el Fondo de Recuperación de 750 mil millones de euros destinado
a paliar los efectos de la pandemia del Covid en todos los países miembros. Esta
actitud se debía a una disputa en torno al llamado Mecanismo de Protección del Estado de
Derecho, un instrumento el cual permite a la UE, en casos excepcionales,
congelar los fondos comunitarios a los países cuyos gobiernos violen el Estado
de derecho o los valores comunitarios democráticos. Este instrumento es
considerado como una amenaza directa por los gobiernos populistas húngaro y
polaco. La negociaciones, finalmente se destrabaron, pero quedó una nueva
constancia de las enormes dificultades de Europa con esta pareja de socios díscolos.
¿Cómo estos dos países ex comunistas cayeron en su
actual deriva autoritaria cuando, inclusive, sus líderes actuales, Jaroslaw
Kaczynski en Polonia y Viktor Orbán en Hungría, combatieron tenazmente contra
los regímenes totalitarios impuestos en sus respectivos países por la URSS tras
la Segunda Guerra Mundial? Muchos analistas apuntan a la necesidad de Hungría y
Polonia de reivindicar sus identidades nacionales y fortalecer su soberanía,
minusvaloradas por mucho tiempo por los imperios austrohúngaro, ruso y
soviético. Justifican los líderes nacionalistas el nuevo autoritarismo con la
presunta necesidad de “proteger” a sus ciudadanos de posibles “nuevas
colonizaciones” y señalan a Europa occidental como la posible nueva potencia
hegemónica. Por ello se han dedicado a endurecer las legislaciones nacionales con
medidas cada vez más restrictivas contra la libertad de prensa, opinión y
educación y se han dedicado a debilitar la división de poderes, Actualmente
Hungría y Polonia viven una democracia Iliberal donde si bien es cierto se
celebran elecciones periódicas y la Constitución formalmente consagra un
régimen democrático, los gobiernos recortan libertades a sus ciudadanos, acosan
a la oposición y establecen una vigilancia cada vez más rígida en los renglones
social, cultural y educativo con el pretexto de las amenazas a la integridad
territorial e identitaria nacionales.
Sin embargo, desde hace un par de años hay visos de
cambio. algunos sectores de la sociedad en el mundo de la cultura y la
educación han comenzado a organizarse y han adoptado estrategias de resistencia
parecidas a las asumidas por los disidentes en los tiempos de la lucha
anticomunista, las cuales aun se conservan en el imaginario colectivo, tales
como la desobediencia civil y resistencia pacífica. Estas movilizaciones de
protesta son fundamentalmente de carácter urbano, en contraposición a los ámbitos
rurales, más conservadores y fieles a los gobiernos popular-nacionalistas.
Pedro Arturo Aguirre
Hombres Fuertes 23/XII/20