Los medios internacionales destacan el buen desempeño de varias mujeres gobernantes en el combate contra el coronavirus. Se trata de políticas competentes capaces de tomar decisiones con rapidez, sensibilidad, inteligencia y respetando escrupulosamente a sus democracias.
Han logrado comunicar con aplomo a los gobernados la gravedad de la situación y lidereado de manera ejemplar en estos tiempos difíciles con gran empatía y alejadas de mezquinos cálculos políticos y de la demagogia.
En Alemania, Angela Merkel, sin pensar en su “popularidad”, advirtió de la gran amenaza y de la posibilidad de ver hasta el 70 por ciento de la población contagiada. “Es el mayor desafío del país desde 1945, debemos tomarlo en serio”, dijo, pero también mostró compasión al lamentar cada muerte como la de "un padre o abuelo, una madre o abuela, una pareja..."
Jacinda Ardern, de Nueva Zelanda, se ha distinguido por la empatía de su comunicación a base de cálidos mensajes de video para invitar a la población a "quedarse en casa y salvar vidas". También recurre a las conferencias de prensa diarias, pero no para señalar culpables o buscar votos, sino para procurar la unidad del país e instar a sus compatriotas a cuidar a sus vecinos, a los vulnerables y hacer sacrificios por el bien común.
En Taiwán, Tsai Ing-wen respondió con rapidez al activar el centro de mando de epidemias del país a principios de enero e introducir oportunamente restricciones de viaje, medidas de cuarentena y de higiene pública.
Erna Solberg, de Noruega, dejó a los científicos tomar las decisiones médicas mientras ella se encargaba de una estrategia de comunicación compasiva la cual incluyó dirigirse directamente a los niños del país.
Otros buenos ejemplos los dan Mette Frederiksen (Dinamarca), Sophie Wilmès (Bélgica), Katrín Jakobsdóttir (Islandia) y Sanna Marin (Finlandia).
Todos estas naciones destacan también, cabe decir, por ser algunas de las democracias más solventes de las que aún quedan en el planeta.
Por su parte, los “hombres fuertes”, los populistas, los nacionalistas fanfarrones y egocéntricos de la actualidad mienten, chantajean, acusan, dividen y no dejan de lado ni por un segundo sus estrechos intereses para proteger, a ultranza, la popularidad de sus ínclitas personitas.
Los líderes autoritarios han manejado muy mal la respuesta a la pandemia y han procurado, en vez de enfrentarla, exacerbarla y explotarla para beneficio propio y lo hacen, además, con una patente pobreza de imaginación al recurrir a parafernalias fuera de lugar, anacrónicas metáforas marciales y clichés demagógicos. Su ausencia de empatía es pavorosa, incluso entre los populistas autodenominados "los mejores amigos del Pueblo".
La cada vez más importante participación femenina en la política es un fenómeno alentador. Ellas pueden ser un buen antídoto contra los “hombres fuertes” y una esperanza de revigorización para la democracia.
Pedro
Arturo Aguirre
Publicado en la columna Hombres Fuertes,
29 de abril de 2020
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