Francis Fukuyama, maestro en Ciencia Política de la Universidad de Stanford quien se hizo famoso al pronosticar el fin de la historia tras la caída del Muro de Berlín, ha hecho un nuevo augurio: “La pandemia castigará a los gobernantes populistas por su ineptitud, hay una correlación muy fuerte entre el liderazgo de este tipo y mala gestión del coronavirus”.
Quizá, como ya le sucedió una vez, Fukuyama sea excesivamente optimista. De hecho, la pandemia le ha dado oportunidad a varios autócratas de incrementar su poder.
Pero podría ser. Por ejemplo, las elecciones de noviembre serán un referéndum sobre Donald Trump y los demócratas pueden ganar. Joe Biden ha conseguido el apoyo unitario de su partido y el virus ha arrebatado a Trump su principal argumento para la reelección: la buena marcha de la economía. También la catastrófica respuesta trumpiana ante la emergencia sanitaria podría ser definitiva en una eventual derrota del magnate.
Y no es el único cuya popularidad se ha visto afectada por su torpeza ante la crisis. Erdogan, en Turquía, la politizó al obstaculizar los esfuerzos de los ayuntamientos controlados por la oposición en Estambul, Esmirna y Ankara.
En Filipinas, Rodrigo Duterte pasó de minimizar al Covid-19 a decretar una reacción extrema al ordenar a la policía y al ejército matar a los que no cumplan la cuarentena. "Dispárenles muertos de ser necesario”, declaró jugando, como siempre, al macho.
Bolsonaro comparó al coronavirus con una gripe leve, incitó a sus partidarios a oponerse a las medidas de cuarentena adoptadas por los gobiernos locales y promovió drogas no seguras como “curas milagrosas". Ya se considera, seriamente, su remoción mediante impeachment.
La respuesta del primer ministro nacionalista de la India, Narendra Modi, ha sido caótica. Ordenó la cuarentena con sólo cuatro horas de anticipación, dejando a millones de las personas sin tiempo para acumular alimentos y agua. Además, las medidas de confinamiento son usadas para intensificar la discriminación de la minoría musulmana.
Putin está en entredicho tras su lenta reacción inicial y por dedicarse a la propaganda y no al combate efectivo de la crisis. Asimismo, los gobernantes de Tailandia, Egipto, Hungría, Nicaragua y Camboya son señalados como ineptos ante la pandemia.
Es así como algunos hombres fuertes han perdido popularidad en estos tiempos difíciles, pero no debe subestimarse jamás su gran “capacidad de comunicación” a base de mentir, señalar culpables, manipular, polarizar y salirse por la tangente.
Para los demócratas de todo el mundo no basta con la ineptitud demostrada por los autoritarios. Deberán edificar en sus países oposiciones capaces de ganar elecciones, de emocionar a los ciudadanos, de encabezar una nueva calidad de gobierno diestra en solucionar los problemas concretos de la gente y garantizar el futuro de nuestras libertades.
Pedro Arturo Aguirre
Publicado en la columna Hombres Fuertes
13 de mayo de 2020
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