jueves, 22 de agosto de 2013

México Merece un Referéndum


En lo personal estoy completamente a favor de la apertura en el tema energético, pero creo que lo justo y democrático es un referéndum. A fin de cuentas de eso se trata la democracia. Yo tengo la esperanza de un triunfo del Sí, pero si el noble y generoso pueblo de México no quiere, pues tiene todo el derecho, faltaba más. Aquí la pregunta es. ¿Somos o no somos demócratas? Yo lo soy, con todo el escepticismo del mundo, pero lo soy.

No crean, en una de esas los mexicanos no somos tan insensatos. A fin de cuentas, lo partidos que apoyan la reforma representan dos terceras partes del electorado, ¿O no? démosle una oportunidad al pueblo y callémosle la boquita en las urnas al Duce de Macuspana de una buena vez. Y si el pueblo vota No, repito, es su pleno derecho, su facultad, su sino, ¡Carajo! ¡Qué el pueblo junte todo el gas y el petróleo que habita en su subsuelo y le prenda un cerillo si esa es su regalada gana! ¿Somos demócratas o no, amigos? ¿Lo somos o no lo somos? Ese es el quid. Respondámonos a esa pregunta honestamente. Yo soy demócrata y me atengo a las consecuencias del resultado de una consulta popular. En lo personal me parece RIDÍCULO el nacionalismo petrolero mexicano, pero acato, como el vil ciudadano de a pie que soy, la voluntad mayoritaria.

Insisto: yo creo que ganaría el Sí y sería de una utilidad histórica extraordinaria: superaríamos un absurdo tabú e iniciaríamos una práctica de democracia directa que es bastante útil en varias democracias avanzadas del mundo. Para los mexicanos votar Sí en un eventual referéndum sobre la reforma energética sería como llegar a la luna: una hazaña que nos liberaría de estúpidos atavismos y nos ubicaría camino a la modernidad. ¡Qué gran paso hacia adelante! Y logrado por nosotros como adultos que, se supone, somos.

Y si no somos demócratas y pensamos que el pueblo es irremediablemente estúpido y hay que guiarlo porque no sabe por sí mismo a dónde ir, entonces lo que pensamos es en una dictadura o un régimen autoritario. Noticias: ya tuvimos uno y fue un fiasco. Entre otras cosas nos heredó los prejuicios y clichés del llamado “nacionalismo revolucionario” con los que ahora tanto batallamos. Con mentiras como esta del nacionalismo petrolero nos engañaron por más de seis décadasmpara legitimar su hegemonía.

A fin de cuentas, los sistemas autoritarios y las dictaduras son un mal mayor ante las democracias, ciertamente despreciables, pero males menores.

Celebremos un referéndum y convirtámonos en uno de los pocos países del mundo que han sabido superar sus atavismos y mitos demagógicos y nacionalistoides de forma democrática. Se puede. Sería como un nuevo renacer, un verdadero día de la independencia. Un Estado de derecho se fundamenta en la voluntad de las mayorías, y una decisión de la envergadura del tema energético necesita, en nuestro país, del consenso de las urnas. Es una pena, pero la cuestión petrolera tiuene un innegable peso histórico, político, hasta psicológico en el mexicano. Yo digo que le demos la oportunidad de liberarse de este pesado fardo por sí mismo. ¡Qué importante sería eso! ¿Se dan cuenta? Y de ganar el No, pues eso nos confirmaría en el fatalismo de los complejos y el "ahí se va", pero ¡muy nuestro gusto, chingao!

México merece un referéndum. ¡Celebrémoslo, ya!

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