jueves, 28 de febrero de 2013

Grillo y Berlusconi: Dos Caras Distintas, Una Misma Demagogia



Dos caras distintas, dos discursos aparentemente antagónicos, pero en realidad dos facetas de la vieja, antiquísima demagogia política es lo que brindaron los señores Berlusconi y Beppe Grillo en la pasada contienda electoral italiana. La práctica de adular a las masas y decirle al electorado lo que quiere escuchar y solo lo que quiere escuchar es tan vieja como la democracia misma y no debe sorprendernos que los pueblos, periódicamente, opten por los más descarados y cínicos demagogos en las urnas. En todo caso, lo que cambian son los medios de propalar los mensajes, los cuales viajan hoy a velocidad de la luz por el internet y las redes sociales. Sorpresa será cuando suceda lo contrario. El día en que la gente opte por un candidato más por su responsabilidad, formación y meticulosidad antes que su carisma o capacidad de emocionar a los electores llegaremos, quizá, también al final de la civilización tal y como la conocemos ahora. Mientras tanto, los recursos de populistas y demagogos seguran siendo la mejor garantía de éxito electoral.
Las estrategias de los demagogos y populistas sean de izquierda o de derecha, se parecen mucho. Invariablemente hacen sentir al electorado como una perpetua víctima de sus gobiernos. Pobres hombres y mujeres que son objeto de constantes expolios de los malvados políticos y que carecen de toda responsabilidad alguna en lo que pasa a su alrededor. La esencia hoy del populismo anti-política de personajes como Grillo y, en su momento, del mismísimo Berlusconi reside en fomentar intensamente esta hipócrita actitud de la ciudadanía enfocada a la destrucción de la política responsable y a tratar de entender de manera racional las complicaciones de la vida real, con todas sus enrevesadas contradicciones, para facilitar  y el encumbramiento de mesías falaces llenos de promesas absurdas, simplistas o (en el mejor de los casos) divertidas. El carisma, las simplificaciones, el maniqueísmo y el victimismo sustituyen así la incómoda necesidad de profundizar.  La ciudadanía no quiere pensar, no quiere analizar, no quiere tener que estudiar nada. ¿Habrá alguien que se tome la molestia de leer los  programas electorales? Todo debe ser todo masticadito, inmediato, facilito, listo para consumir.
“La culpa la tienen otros, yo solo soy una víctima”, nos dice nuestro subconsciente. Es muy cómodo echarle la culpa de todo a los políticos y ni mencionar nuestra responsabilidad. Es muy placentero jugar a revolucionario anti-sistema, jugar  a ser juez y no parte. Pero al final la antipolítica puede desembocar en las peores manifestaciones de la política pura y dura: la dictadura. Analícese, por ejemplo, un poquito algunas de las propuestas de Beppe Grillo: el hombre pretende desmontar instituciones, expulsar sin miramientos a los inmigrantes, desconocer a Europa, etc.
La antipolítica es un lloriqueo irresponsable que afirma que todos los políticos son iguales. Pero como no ha existido sociedad sin organización y autoridad, ese destierro de “los políticos” no es otra cosa que una invitación a otro tipo de liderazgo. En ese terreno abonado por la antipolítica, no tarda en aparecer el caudillo: “Ha llegado la salvación, soy yo”. El líder autoritario es el mesías, el esperado, el cual no puede emerger de entre las estructuras de la política formal ni, mucho menos, llevar a cabo su misión redentora en los lentos y controlados cauces de la institucionalidad democrática.Y, obviamente, previo a la refundación, “todo lo que está mal” debe ser barrido, ya que el mal cunde sobre la tierra y de que no hay otra salida que no sea un diluvio que la purifique para, luego, repoblarla solo a partir de su simiente inmaculada. La exasperación con las discusiones políticas, la creencia de que los antagonismos se podrían erradicar si se antepusieran los “intereses nacionales” y que los conflictos sociales son accidentales y eliminables “si se hicieran bien las cosas”, evidencian una concepción de la política como simple gestión de “lo que hay que hacer”, fruto de ese pragmatismo falsamente desideologizado que recorre la antipolítica de estos Grillos Berlusconis, Chávez y tantos otros Pejemplos, sí, Pejemplos.

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