martes, 16 de agosto de 2011
China protesta
Por fin la sociedad china, que parecía irremediablemente sumisa y obediente, está saliendo a las calles a protestar. Este 2011 ha sido un año agitado. Los disturbios se han desencadenado por una serie de razones: casos de corrupción, la inflación, abuso de poder, expropiaciones ilegales de tierras por autoridades locales. Más significativas han sido las manifestaciones de obreros que reclaman mejores salarios. Parece que la gran "ventaja competitiva" del gigante ecoonómico chino, la manita de obra barata, se puede terminar muy pronto, lo que traerá consecuencias interesantes a todo el mundo Prevalece un contexto global de tensiones entre el gobierno y la población.
Hace unos días sucedió un accidente de tren en la ciudaad de Wenzhou que cobró 39 vidas. Las protestas crecieron de una forma completamente inusitada. Este accidente se produjo sobre el fondo de esta insatisfacción creciente a la que hemos hecho referencia El Ministerio de Ferrocarril y las líneas de alta velocidad habían sido puestas en entredicho desde hacía meses. En febrero, el Ministro de Ferrocarriles, fue destituido de su cargo por un caso de corrupción. Lo mismo pasó con uno de los ingenieros jefes al frente de la construcción de la línea Pekín-Shanghai. Desde el 1 de julio (coincidiendo con el nonagésimo aniversario de la fundación del Partido Comunista de China), la apertura de la línea de alta velocidad Pekín-Shanghai no ha dejado de tener problemas de funcionamiento. Todo esto parecía indicar que este gran proyecto que quería ser símbolo del nuevo poderío económico de China se había hecho demasiado rápido, con flagrantes casos de corrupción de por medio y sacrificando la calidad de las nuevas líneas de tren. Por eso, el accidente de Wenzhou se veía venir y esto es lo que ha enfadado de tal forma a los ciudadanos.
El accidente se ha producido en una de las zonas más ricas de China (la provincia de Zhejiang) y en un tren de alta velocidad, aspectos claramente relacionados con la pujante y creciente clase media china. Vale decir que, por ejemplo, numerosos accidentes en las minas del norte del país no suelen llamar demasiado la atención (a pesar de que también se deban a negligencias y corrupción). Pero la clase media tiene una cada vez mayor presencia en las redes sociales y en los medios de comunicación. Acontecimientos que les afectan ya no pueden pasar desapercibidos.
El problema de fondo es que el gobierno chino tiene un ingente problema de credibilidad. Cada vez que ocurre cualquier evento extraordinario, nadie se cree lo que dicen las autoridades, los rumores se propagan a toda velocidad y las teorías conspiratorias más disparatadas se asumen como reales. Esta falta de credibilidad es la que ha facilitado la creación de una opinión pública tan radicalmente contraria a la gestión del Gobierno.
Es notable la forma en que los medios de comunicación chinos han sabido canalizar la reacción de los ciudadanos. Prácticamente todas las publicaciones del país han hecho una cobertura muy crítica del accidente y de su gestión, preguntándose en todo momento por las causas de la tragedia y buscando responsables, algo impensable hasta hace poco. Asimismo, el crecimiento de la red social Sina Weibo (una especie de Facebook chino) ha influido para que este problema coobre reñlevancia inesperada. Es aquí donde se han concentrado las voces más críticas con el Gobierno. Sina Weibo se ha convertido en el lugar más libre de China, marcado además por un fuerte carácter crítico y el liderazgo de muchos intelectuales y periodistas. La interacción, rapidez y libertad de esta red social ha hecho que la presión contra el Gobierno haya subido varios escalones.
Por último, las autoridades chinas se vieron obligadas ayer a ordenar el cierre inmediato de una planta petroquímica, después de que miles de personas se manifestaran exigiendo su traslado tras el temor a una fuga de residuos tóxicos.
La sociedad china está despertando, y qué bueno.
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