El régimen de Chávez es cada vez más antidemocrático y persenta claros rasgos fascistoides, a pesar de que sus defensores pretendan hacernos creer que este adefesio del "Socialismo del Siglo XXI" es democrático sólo porque celebra periódicamente elecciones sumamente cuestionables en las que los opositores son constantemente hostigados, insultados y amenazados. Es verdad que, todavía, el de Chávez no es un régimen altamente represivo y sofocante como el que padecieron muchos países latinoamericanos en los años setenta, ni es mico…mandante no se ha convertido en un sátrapa voraz dedicado exclusivamente a proteger a los más ricos y a atesorarse él mismo, pero los límites a las libertades son cada vez más evidentes.
¿Cuáles son las características fascistoides más visibles del chavismo? Para empezar, un creciente culto a la personalidad, por cierto uno de los principales objetos de “estudio” del Osito Bruno (ya le haremos su entrada en Historia Mundial de la Megalomanía al Mico…mandante). Por doquier figuran ya retratos del presidente Chávez grandes, medianos y chicos acompañados de alguna de sus muy prescindibles frases y ocurrencias. Las rutas venezolanas acumulan iconografía del chavismo. El mico….mandante es tratado como prócer. Los carteles que anuncian obras públicas incluyen grandes retratos suyos, ejecutados con una estética tenuemente maoísta. La televisión oficial emite a toda hora sus discursos interminables. En todos lados pueden comprarse ya bustos del presidente. Todo el tiempo los venezolanos reciben el mensaje de que la "revolución bolivariana" y su conductor son inseparables.
Otro rasgo fascistoide es la ausencia de todo mecanismo institucional que asegure un gobierno limitado, rendición de cuentas o división de poderes. Chávez consiguió aprobar, hace años, una reforma constitucional que dio al Poder Ejecutivo un control casi absoluto sobre el Tribunal Supremo de Justicia. El Parlamento es inocuo, gracias en buena medida a la torpeza de la oposición, que boicoteo las últimas elecciones para conformarlo. Pese a que existen aún resistencia dentro del propio entorno chavista, se avanza hacia el partido único.
También es creciente el clima de permanente intimidación, sustentada en una violencia no institucionalizada. En la Venezuela chavista se acumulan las muertes inexplicadas de periodistas. Las agresiones físicas a opositores y las manifestaciones “espontáneas” de chavistas que hostigan y amedrentan cualquier evento, actividad o incluso la privacidad de la oposición y sus militantes.
También es constante el uso sistemático del lenguaje como arma de descalificación. En esa combinación de Don Francisco y El Monje Loco que es el atroz programa "Aló, presidente", el presidente se dedica a despotricar contra la burguesía, el imperialismo, los “pitiyanquis”, etc., y hay muchas otras emisiones radiales y televisivas que cumplen la misma tarea. El catálogo de insultos y agresiones verbales es casi infinito. La acción de los medios opositores es definida por Chávez como "envenenamiento mediático". Los visitantes que llegan del extranjero son inmediatamente convertidos en agentes de la CIA. La descalificación del adversario es intensa y permanente.
El culto a personalidad, la eliminación de los mecanismos que limitan la acción del gobierno, el uso de la violencia no institucionalizada y de la "movilización popular" para amedrentar a los adversarios, la construcción de un partido único y el empleo del lenguaje como arma descalificatoria son características claras de los regímenes totalitarios. Muchos son los analistas que comparan a la Venezuela de la actualidad con la Italia de los años treinta y apodan a su estrambótico líder como “el Mussolini tropical”.
Venezuela va al fascismo.
1 comentario:
Pero no lo pararon cuando pudieron
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