Celebró la República Popular China el pasado 1 de octubre su septuagésimo aniversario con un colosal desfile militar. Marcharon unos quince mil soldados y se verificó un magno despliegue de armamentos de última generación, entre ellos los nuevos misiles intercontinentales Dongfeng 41, los cuales pueden alcanzar cualquier punto de los Estados Unidos.
Presidió el líder absoluto de China, Xi Jinping quien, vestido a la Mao, apareció en el mismo balcón de la Puerta de Tiananmen desde donde el Gran Timonel proclamó la fundación de la República. Afirmó Xi en su discurso: "Ningún poder puede detener el progreso de la nación y el pueblo chinos… China ya no es más, ni volverá a ser jamás, el país liberado por Mao, empobrecido y humillado internacionalmente”.
Fue la reafirmación del culto a la personalidad de Xi Jinping uno de los aspectos más notables de estos de estos festividades además, claro, de la obscena exhibición armamentista.
Desde hacía varios días se veían por doquier en las ciudades chinas grandes arreglos florales glorificando la promesa del dirigente máximo de “realizar el sueño chino”, y miles de pancartas rojas invitaban al pueblo a acercarse al Partido Comunista “con el camarada Xi Jinping como su núcleo".
Porque Xi fue nombrado en el 2016 “núcleo” del partido.
Este culto va en contra de lo dispuesto por Deng Xiao Ping, quien calificó la adoración pública de los gobernantes como “una falta de dignidad política”.
Pero para Xi la personalización del poder es indispensable. Así, piensa él, China evitará el destino de la Perestroika soviética, fracasada por los excesos en la apertura política, la corrupción y el liderazgo débil de Gorbachev
Por eso, el año pasado, los legisladores aprobaron una reforma constitucional para permitirle mantenerse en el poder de manera indefinida y su ideología “el pensamiento de Xi Jinping sobre socialismo con características chinas para una nueva era”, fue inscrito en la Constitución.
Por eso se intensificará la influencia del partido en todos los ámbitos de la vida con un “Sistema de Crédito Social” diseñado para evaluar la conducta de cada ciudadano, y con una técnica de reconocimiento facial capaz de identificar -en segundos- a cada uno de los habitantes de este súper poblado país.
Pero Xi deberá enfrentar retos ingentes. Los años próximos serán de desafíos en los terrenos económico y político. El crecimiento se ralentiza, las tensiones comerciales con Estados Unidos se mantienen y la deuda pública crece en proporciones astronómicas.
Pero el frente político será el más significativo. Las protestas en Hong Kong y la negativa de Taiwán a integrarse a China desmienten a quienes descartan a la falta de libertades como un factor destinado a minar el gran poder de China y de su nuevo “Gran Timonel”.
Pedro
Arturo Aguirre
Publicado en la columna Hombres Fuertes
9 de Octubre 2019
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