“Alemania, Alemania, sobre todo”, frase después de los avatares
históricos puede resultar chocante, pero que resume muy bien la ilustre
historia del equipo nacional de fútbol, la entrañable Mannschaft, que ayer se
coronó campeona en la final del campeonato mundial de Brasil. El palmarés de
esta institución es más que brillante: cuatro títulos de campeones del mundo,
ocho finales disputadas y seis presencias más en las semifinales, una ronda que
han alcanzado en 13 de los 20 Mundiales que se han celebrado, contando el de
Brasil. Además tres eurocopas y otras tres finales en el mismo torneo apuntalan
la famosa sentencia del inglés Lineker: "El fútbol es un deporte que
inventaron los ingleses, en el que juegan11 contra 11 y donde siempre gana
Alemania".
La vocación triunfadora y la voracidad germana no entienden de
sensiblerías. En los dos primeros Mundiales que se proclamaron campeones
derrotaron a dos de las selecciones más recordadas de la historia. Los magiares
mágicos, la Hungría de Puskas, Czibor y Kocsis, había llegado como favorita al
Mundial de Suiza 54. Durante el torneo deslumbró a todos, incluidos los propios
alemanes, a los que arrollaron en la fase de grupos con un contudenten 8-3. Sin
embargo,en la final sufriría lo que se conoció como "el milagro de
Berna". A los 10 minutos Hungría mandaba 2-0 en el marcador y el
propietario del trofeo parecía escrito. Pero Alemania se rebeló. En menos
tiempo, apenas ocho minutos, consiguió poner las tablas. En el minuto 84,
Helmut Rhan completaba el milagro, ante la estupefacción de los húngaros.
Primer Mundial de Alemania, arrancaba la historia victoriosa.
La siguiente víctima ilustre de la Mannschaft fue La Naranja Mecánica. El
alumbramiento del equipo que inventó el "fútbol total" tuvo lugar en
Alemania 74. Con ellos nació un estilo que ha perdurado en la mente del
aficionado como el paradigma del buen juego. Sin embargo, el anfitrión volvió a
hacer oídos sordos a los elogios hacia su rival. El tempranero gol de Neeskens,
en el minuto dos, fue el preámbulo de una nueva remontada alemana, que acabó
imponiéndose 1-2 al equipo liderado por Cruyff.
Más tarde, en de Italia 90, los alemanes cambiaron el traje de
mata-gigantes por el de obreros. El torneo, considerado como uno de peores que
se han celebrado, ostenta el récord de menos goles por partido (2,21) y el de
más expulsiones (16). En la final, igualmente recordada por su bajo nivel,
Alemania se impuso a Argentina 1-0 con un solitario gol de penalti en el minuto
85 de Brehme. La Mannschaft volvía a estar por encima de todos, menos de Italia
y Brasil, que cuentan con cuatro y cinco entorchados, respectivamente.
La tiranía de la Mannschaft se ha extendido a las Eurocopas. Tras no
participar en las dos primeras ediciones (60 y 64) y no clasificarse para la
tercera (68), logró ganar la primera vez que pisó la fase final del campeonato,
en Bélgica 72, deshaciéndose con facilidad (3-0) de la extinta Unión Soviética
en el partido por el título. Repitió triunfo en las Eurocopas de 1980 y 1996,
demostrando que el relevo generacional no afecta a una selección que ha sido
finalista de un Mundial en todas las décadas desde 1950.
Después de eso inició una larga sequía. El fútbol había evolucionado y la
poderosa Alemania también debía hacerlo. Inició
un camino espinoso, un cambio contracultural que iba a poner punto y
final al glorioso pasado del combinado alemán. Ya no se podía seguir jugando
como en los 70, los 80 o los 90. Klinsmann asumió el cargo de entrenador y dejó
claro que su objetivo no se centraba exclusivamente actuar como “bombero” en el
Mundial en Alemania 2006. Quería cambiar la mentalidad y la identidad del
fútbol alemán. Prefería abandonar el poderío físico y el contragolpe que tantos
buenos resultados le habían dado a la Mannschaft y apostar por un nuevo estilo,
más técnico, más habilidoso. Acabó con la fórmula de tres centrales más un
líbero y los pelotazos buscando al tanque de turno. Su idea era encontrar un
sistema más dinámico, con presión en el campo rival, con la profundidad de los
laterales, cuidando el balón desde atrás. Con la derrota en semifinales de 2006
ante Italia, Klinsmann se marchó a Estados Unidos, donde ahora ejerce de
seleccionador, y le sustituyó Löw. En las categorías inferiores de Alemania ya
había germinado la idea y comenzaban a aflorar los éxitos. El cambio
contracultural estaba en pleno auge pero requería una victoria a nivel absoluto
que lo confirmara.
Ayer se coronaron campeones por cuarta vez en su brillante historia con
un grupo que combinó el excepcional talento de algunas individualidades
(Müller, Ozil, Götze, Neuer, Schweinsteigeretc) con una asombrosa capacidad de
trabajar en equipo. Y, por favor, ¡nada de nazis! Esta Mannschaft es el equipo
de la diversidad: un ghanés, un turco, un tunecino, dos polacos, un albanés,
dos gays y un perfecto dandy como entrenador. Hitler se debe estar revolcando
en su sucia tumba*.
Low erigió de nuevo a Alemania en potencia. En el amo del fútbol mundial.
La gran generación de talento, sostenida por el potencial de Bayern, plasmó su
dominio en Brasil. En plena madurez, aún con futuro, Alemania dejó el lastre en
el Mundial 2014. Advierte ahora nuevos tiempos, mismos que seran de hegemonía y
conquista.
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