Las dictaduras siempre serán más vulnerables de lo que
parecen, desamparadas en particular ante los estacazos que puedan propinarle armas
tan espantosas como el sentido del humor (mortal enemigo de los autócratas) y
actos aparentemente nimios pero que poseen cargas emblemáticas
interesantes. Hace unas semanas mil valerosos
ositos de peluche cayeron del cielo para invadir las calles de Bielorrusia. Los
animalitos portaban en sus garritas bonitos mensajes a favor de la libertad de
expresión. Este letal bombardeo de
blanditos plantígrados se ha cobrado como víctimas las carreras de dos altos
mandos militares provocó una crisis en el impresentable régimen dictatoruial de
Alexandr Lukashenko, quien, destituyó a dos altos cargos militares por permitir
tan atroz lanzamiento perpetrado desde
una avioneta sueca que violó el espacio aéreo bieloruso, provocó una grave
crisis diplomática con Suecia y Lituania y dio origen a una terminante orden
del sátrapa: a partir de ahora quedan proscritos para siempre los inicuos osos
de peluche de la Bela Rús..
“¿De parte de quién están?” les preguntó, indignado, el presidente a los dos generales destituidos. Pero, pregunto yo, ¿Quién podría negarse a estar del lado de tan simpáticos y tiernos animalitos? Juguetes a la carga. El incidente pasará a la historia como La Guerra de los Osos de Peluche. Por cierto que las autoridades de Minsk habían negado el incidente, pero los vídeos y las fotos empezaron a desmentir la versión oficial. Y no es la primera vez que aviesos juguetes le hacen travesuras al loco Lukashenko. En varias ocasiones han aparecido muñecos en lugares donde había convocada una manifestación ilegal a través de las redes sociales con el avieso objetivo es poner a la policía bielorrusa ante situaciones absurdas y hacer mofa del presidente. Pobre Lukas, 18 años ostentando un poder dictatorial para venir a se humillado por unos ositos.
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