lunes, 12 de marzo de 2012
Sarkozy, c'est Vichy!
Qué vergüenza que un político que entusiasmó a tantas almas liberales (incluida la del atribulado autor de este blog) cuando llegó ala presidencia de Francia hace cinco años con la promesa de liberalizar y agilizar la economía francesa, tan afectada por un obsoleto dirigismo estatista, ahora trate de salvar su fracasada presidencia recurriendo a una retórica ultraconservadora y xenófoba digna del execrable Frente Nacional y del gobierno fascistoide del colaboracionsita general Petain. "Soy de derecha, pero no soy conservador", declaró alguna vez el felón Sarkozy, pero tras cinco años después de desperdiciar una oportunidad histórica este politiquillo enano recurre a los discursos de odio a Europa y a las minorías para evitar la derrota en las urnas. Ayer amenazó con sacar a Francia del tratado de Schengen, que permite la libre circulación de personas. Ya ha ofrecido someter a referéndum los recortes de los derechos de los inmigrantes y los parados. Populismo de lo más vulgar es este, como también el lema de campaña que escogió el indigno marido de Carla Bruni, "la France Forte”, que tanto se parece a aquel otro slogan utilizado en los años cuarenta durante la ocupación nazi por el Gobierno de Vichy de una “France plus forte” basada en el trinomio trabajo, patria y familia.
Desterrando por completo devaneos liberales, si es que alguna vez los tuvo, Sarkozy en su desesperación se aferra a las deleznables recetas del nacionalismo ultraconservador, siempre fincadas en el miedo. Su principal asesor de campaña es Robert Buisson, un exconsejero del Frente Nacional, gracias al cual el nivel de la actual campaña electioal es el más bajo en toda la historia de la V República. Pero los franceses no han caído (por lo menos todavía) en la trampita nacionalistoide y los sondeos dan ventaja al anodino candidato socialista Francois Hollande, uno de esos curiosos casos de "carisma del anticarisma" que tienen éxito despues de que en una democracia se ha padecido demasiado a algún líder tan protagónico como ineficaz. Recuérdese, por ejemplo, el caso en Argentina de Menem-De La Rúa.
Poco tiene que ofrecer Hollande más allá de no ser Sarkozy, pero vistas como están las cosas parece que este solitario y triste argumento es más que suficiente. Sí, la teroría de optar por el menos pior otra vez asoma la cabeza.
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